Todo el mundo sabe la frase de “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. También se ha oído mil veces que las políticas no se deben medir por lo que quieren conseguir, sino por sus resultados reales. Pues al parecer, Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social, las desconoce.
El 23 de diciembre, no han pasado ni cinco meses, en este mismo periódico escribí contra una decisión unilateral que había impuesto la ministra de Trabajo: ampliar la ayuda a los parados de larga duración. En ese momento lancé una hipótesis: si piensan en los parados de larga duración es porque prevén que va a ser un colectivo que se incrementará. Y ahora, de nuevo, de manera ajena a los representantes de las empresas, se vuelve a incrementar esta ayuda.
Según todas las bases de datos, los parados no están bajando, más bien al contrario. Y las horas contratadas son cada vez menores. El resultado es que, a estas alturas, cuando uno pierde su puesto de trabajo tiene altas posibilidades de convertirse en parado de larga duración.
Quitando que este anuncio haya podido ser electoralista (hoy son las elecciones en Cataluña y en un mes tenemos las elecciones europeas), ¿qué provoca en la economía esta nueva subida del subsidio de desempleo?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que es una ayuda no contributiva, es decir, el trabajador no ha cotizado para recibirla, no ha generado el derecho. Parece un detalle sin importancia, aunque no lo es. Las ayudas contributivas se generan del dinero que nos retiene la seguridad social en cada nómina. Cuanto más trabajamos, más nos retienen. Por lo que las ayudas contributivas no dejan de ser el dinero que antaño habíamos ganado. La ayuda de Yolanda Díaz no sale de lo cotizado, sino que viene de los impuestos del resto de los españoles, ¿es un mal destino para el dinero que nos quitan? No, pero tenemos un déficit superior al 3% y la deuda disparada. Si queremos destinar dinero a este colectivo sólo hay tres opciones: recortar, subir los impuestos o generar deuda.
Lo segundo es que los colectivos que van a poder ser beneficiarios de esta ayuda han vuelto a ampliarse. Los criterios para obtener esta ayuda son cada vez más laxos, políticos y no económicos.
A su vez, la ayuda es de 570 euros los primeros seis meses, después se reduce a 540 durante los siguientes seis meses y se sitúa en 480 tras un año cobrándola. Y he aquí la verdadera pregunta: ¿qué incentivo tendrá una persona a trabajar si por estar en casa cobra 570? En la economía se demuestra que el ser humano es acomodaticio. Busca la mejor situación. Si se ven los países con altas ayudas al desempleo, se encontrarán con países con altas tasas de paro. En cambio, en los países donde la ayuda por desempleo es más baja o los criterios para seguir obteniéndola son más estrictos, el paro es menor.
España es un país con una alta tasa de paro, y sin embargo faltan trabajadores. Y no me refiero en puestos con una alta inversión en capital humano. Faltan trabajadores en sectores de baja cualificación. Así que nos encontramos en una situación dantesca. A la par que somos uno de los países con más parados, necesitamos inmigrantes para que realicen nuestros trabajos. Una buena ministra de Trabajo tendría que intentar paliar esta vergonzosa situación, no ir por el camino erróneo.
Hace años se oía a la gente decir que no se les caían los anillos si tenían que ponerse a fregar. Lo cual no denotaba superioridad, sino espíritu de sacrificio. Ahora abundan los que no se les cae la cara de vergüenza de vivir del resto.