José Antonio Martín "Petón"

Camo y Campo

19 de Julio de 2022
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Manuel Camo y Manuel Campo se diferencian en una consonante y en la manera distinta de entender la vida: como propietario de su provincia, el primero: un expendedor de regalías que se garantizó la más grande para él, en Madrid; y un defensor de la tierra solidaria, más hermosa de lo que se atreve a imaginar ella misma como idea del Alto Aragón, en Campo Vidal.  De las que firmaba el cacique Camo, nos contaba Pepín Bello (se te añora, Don José) con ocasión de una que le jugó a su padre: “Manuel Camo le mostró un día a Severino que acababa de llegar a Huesca su interés por adelantar los plazos de una carretera que el departamento dirigido por el joven ingeniero tenía dispuesta para más tarde. Bello le dijo a Camo que alterar el ritmo del Estado a su capricho, de ningún modo. Camo le dijo a Bello eso tan hispánico: “usted no sabe quién soy yo”. Bello le replicó a Camo con eso tan propio de la juventud: “ni usted quién soy yo”. Estaba mal informado Camo: al día siguiente el ingeniero Severino Bello, número 2 de las oposiciones nacionales, fue destinado fulminantemente a Soria”. No tiene nada de extraño que Joaquín Costa, por el que juraba el impetuoso Severino, terminara mandando a escaparrar al tiranuelo con el que había comenzado un hermoso proyecto: El Diario de Huesca.

En eso coinciden el tremendo Camo y Manuel, en entender que un periódico vitaliza, empuja, ayuda. Vertebra. Lo sabía Camo por intuición; lo conoce el periodista y sociólogo de Camporrells por estudio y reflexión. Un medio de comunicación que nace es como un pueblo abandonado que vuelve a la vida: un punto de encuentro, un espacio común con el que crear futuro.

Camo dejó para Huesca el elegante Casino colonial que clava en señorío el centro de la capital oscense; y también un rotativo histórico que se llamaba como este que nace. Manuel Campo un trabajo infatigable en defensa de la España despoblada desde su pueblo altoaragonés, su escuela y su primer pan. Este medio naciente al que saludamos es despensa costista, también. Ahora toca llenarla de ideas, ética y serenidad.

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