José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI

El capitán de aquel día

Miembro de la Asociación Española de Derecho y Economía
16 de Septiembre de 2023
Guardar
José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI
José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI

Un país es algo más que una amalgama de territorios, instituciones e intereses comunes. Un país es su memoria. Un país son sus personas. Sus costumbres. Sus historias. Pero no historias de batallas y reyes, sino esas historias que no pasan a los libros, ni las protagonizan grandes linajes; pero que, sin embargo, nos reúnen a todos tras una comida familiar y las rememoramos una y otra vez a pesar de ya conocerlas. Y siempre hay un detalle nuevo en ellas. Historias que provocan nostalgia de un tiempo pasado, que muchos no hemos vivido.

La alegría y esperanza en el futuro se me ha tornado tristeza y resignación al comprobar lo que estamos perdiendo. Una generación de personas increíbles se va agotando y apagando de la misma manera que han vivido, sin hacer ruido. Sin dar mucho mal, como dicen en mi tierra. Queriendo lo que siempre han querido, no dar trabajo ni preocupación a las personas que adoran y que sigamos en nuestro quehacer diario.

La generación de mis abuelos, la de nuestros mayores, ha sido la generación que más ha hecho, que menos se ha quejado y a la que no hemos sabido darle el reconocimiento que le debíamos. A su manera nos han capitaneado, no dándose alardes de grandes hombres, ni señalar a otros por la situación que les tocó vivir, sino siempre con una sentencia en sus labios: “Es lo que debo hacer”. Una generación en la que el honor no se definía con palabras, sino con el trabajo diario. 

Piensen en esas personas que vemos a diario en las calles, en los bancos, en la consulta del médico o comprando en los establecimientos. Son personas que miran de cerca la centena. Algunos ya han pasado los noventa y otros han dejado atrás su octogésimo cumpleaños. Quizás no sepan enviar un wasap o no publiquen lo que han comido en Instagram, pero tienen más que contar en una conversación intranscendente sobre tal o cual, que todo lo que nosotros podamos volcar en las redes sociales.

Quizás, y sólo quizás, si dejáramos atrás nuestros prejuicios, presentismo y adanismo, podríamos aprender algo. Porque nos queda mucho por aprender, y a ellos, les queda mucho por enseñar.

La lección más importante que siempre me han dado las personas mayores es que el trabajo es fundamental, no por el trabajo en sí mismo, sino porque es un sustento para la familia, que debe ser, a fin de cuentas, lo más importante de nuestra vida.  Y es ahí donde nosotros nos hemos perdido. Tenemos mil nombres para ochenta puestos. Podemos decir que somos director ejecutivo, subgerente o delegado de área. Y eso, en unos años, se va. Pero hay títulos que no se van: marido, esposa, hijo, nieto, madre, padre, abuelo. Eso, es para toda la vida.

Cada vez la mesa está más vacía y las historias son menos interesantes. Y cuando miro a mi alrededor me acuerdo de Martín, de José, de Juli, de Facunda, y también de Encarna y Paco o de Blanca y Antonino. Ellos han sido ejemplo ¿Económico? Por supuesto. Cogieron a sus familias en situaciones de penurias y han conseguido, con mucho esfuerzo, que sus nietos tengan una calidad de vida inimaginable cuando ellos eran jóvenes. Pero eso es lo de menos. Ellos han sido ejemplo de cómo debe ser una buena persona. Tengo la esperanza de llegar a ser alguien del que ellos estuvieran orgullosos. Y que de mí puedan decir lo que yo digo de ellos:

Señores que capitán, el capitán de aquel día.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante