Atascos hacia las pistas de esquí

Francisco Domínguez. Profesor
07 de Marzo de 2023
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Una gran parte de la ciudadanía celebró la medida del gobierno central para disminuir el consumo de combustibles fósiles y, por consiguiente, las emisiones de CO2 a la atmósfera.

La gratuidad de los abonos de cercanías consiguió que dejáramos aparcados los coches particulares. Los trenes entre Huesca y Zaragoza, por ejemplo, se llenaron de estudiantes, trabajadoras y trabajadores hasta un punto tal que, en ocasiones, era difícil encontrar billetes a quien no los hubiera reservado con tiempo. Medida que merece un contundente aplauso.

Sin embargo, qué contradictorios resultan con ese plan los masivos, permanentes e insidiosos embotellamientos de fin de semana en las carreteras que llevan a las pistas de esquí. Todas las mañanas a la ida y las tardes a la vuelta, las largas colas se alargan y estancan desde Senegüé en Tena, Castiello en el Aragón y Seira en el Ésera, convirtiendo un trayecto de media hora por una magnífica carretera en un calvario de paciencia y ansiedad.

Podría decirse que el ahorro de emisiones y combustibles se desbarata en esas desesperantes caravanas. ¿No les parece que eso es como ensombrecer el evidente logro de la iniciativa estatal?

La industria del esquí, en la que nuestras instituciones ponen tanto empeño y recursos, habría podido habilitar hace ya mucho soluciones sostenibles a la sobrecarga de las carreteras pirenaicas y a la saturación de los aparcamientos de las pistas de esquí. Soluciones que podrían pasar por el fomento del transporte colectivo por medio de lanzaderas, gracias a las cuales la gente podría aparcar sus coches, acceder tranquilamente a las instalaciones alpinas y contribuir a la descongestión de las carreteras.

Desde luego, la Constitución española impide limitar el libre movimiento de la ciudadanía salvo en situaciones extremas, por lo que resultaría en todo punto imposible obligar a que la gente dejara de llegar en su vehículo particular a pie de pista. Ahora bien, para el fomento del transporte público nuestras instituciones podrían poner en marcha el mismo procedimiento que la campaña estatal, proponiendo gratuidad absoluta a quien se subiera a esas lanzaderas.

¿No creen que se resolvería así una buena parte de los embotellamientos pirenaicos?

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