Una comida para olvidar

Antonio Arazo Pascual
08 de Septiembre de 2022
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Ticket de la cena.
Ticket de la cena.

Como profesional de hostelería que he sido y sigo siendo, siento vergüenza ajena después de lo que me sirvieron en el restaurante El Criticón del hotel Palacio del Obispo. De primer plato, ensalada verde con espárragos. La ensalada, un sobre de Florette y un espárrago, con cuatro olivas y cuatro rodajas de tomate. Protestamos, entraron el plato a la cocina y partieron el espárrago por la mitad. El precio del plato era 12 euros.

Segundo: surtido de embutidos de la zona, pan y tomate. El pan, sin tostar, sin aceite y sin sal. Pedimos sal y aceite. Cuatro trozos de salchichón, 4 de chorizo, 4 de lomo embuchado, 4 trozos de jamón, secallona o longaniza (indescifrable) y un poco de chorizo seco. No llegaría a 130 gramos. Precio: 24 euros. Más caro, proporcionalmente, que 100 gramos de jamón ibérico de la mejor calidad. Pedida la información, nos indica que lo sube una distribuidora de Barbastro. Por eso son de cercanía.

Tercer y último plato. Chipirones con una vinagreta... que no eran chipirones. Eran puntillas de las que ya vienen congeladas con harina de garbanzos y normal para echar a la freidora y acompañar con la vinagreta. Secas, sin aroma, textura, ni sabor.

Lo único excelente, el descubrimiento del vino Otto Bestué, un Chardonnay que me pareció una joya. No lo había probado.

Por cierto, felicitar a la camarera, encantadora y resistente. Aguantó nuestro chaparrón como una campeona. Y, toda ingenua, nos preguntó si nos queríamos llevar la comida que había sobrado. Quien tenía que haber salido a dar la cara es el cocinero.

Ruego que, si no va a rectificar, el propietario del hotel cierre la cocina y mande a sus clientes a los buenos establecimientos de la zona, que los hay... y tienen embutidos muy decentes... y de Graus.

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