El año pasado, con motivo del partido SD Huesca- Real Racing, tuve el honor de que este diario publicase unas palabras mías, sobre mi admiración y aplauso al exquisito trato recibido por la afición oscense. Quedé enamorado de la ciudad y sus habitantes.
Para siempre ya desearé lo mejor para un equipo que admiro por todo lo conseguido, y para unos seguidores ejemplo en los malos momentos, que es donde se demuestra la categoría.
Pero este año lo sucedido en el verde Álcoraz –de lo que no es responsable la mentada hinchada azulgrana- no puedo aplaudirlo. La dureza intensa y continuada de los jugadores locales, en entradas sin sentido en el centro del campo, llegando en muchas ocasiones claramente tarde, debió ya ser castigada con alguna tarjeta antes del descanso. Lo sucedido en la reanudación fue consecuencia de actuaciones claramente punibles, y merecedoras del castigo aplicado. Solamente los jugadores aragoneses fueron los responsables de quedarse en inferioridad numérica.
Las declaraciones del Sr. Hidalgo sólo pueden entenderse por la tensión y disgusto del momento. Estoy seguro que, si las expulsiones hubieran sido para jugadores verdiblancos por jugadas idénticas, sus opiniones serían de apoyo al colegiado, aplaudiendo su correcta aplicación del reglamento. Igualmente, la nota de la Directiva me parece absolutamente fuera de lugar y las supongo hechas sin ver repetidas las jugadas. Los que amamos a algún club no podemos ser imparciales, pero de eso a negarse a ver la realidad de los hechos … va un largo trecho.