Mi experiencia personal en Urgencias del Hospital San Jorge

Difícilmente tienen posibilidad de mejora en atención a los pacientes por muy grandes, modernas y bonitas que hayan quedado las Urgencias

P.M.
25 de Febrero de 2023
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Mi madre se rompía la cadera estando en casa.  Después de dejarla inmovilizada en el suelo para evitar males mayores, a las diez de la noche llamé al hospital para pedir una ambulancia.

Primer punto: ambulancia

La ambulancia tardó 45 minutos en llegar con mi madre tirada en el suelo, creo que demasiado. Los camilleros, dos hombres fornidos, la levantaron del suelo sin muchas contemplaciones y con pocos cuidados la sentaron en una silla de ruedas. El sistema para izarla: la fuerza bruta.

Una vez en la calle la subieron a una camilla y la sujetaron del cuerpo con unas correas.  No le colocaron ninguna férula en la pierna para su inmovilización, a fin de evitar el peligro de torsión de la pierna y el dolor, consiguiendo una mayor seguridad en el traslado evitando el riesgo de empeorar el estado de la cadera. Tampoco le colocaron una simple manta o unos cojines entre las piernas al objeto de inmovilizar la cadera. En el caso de que no llevaran férula, mantas y cojines había en casa si los hubieran pedido.

Mal proceder de los sanitarios camilleros, se supone que deben conocer las formas de traslado de los pacientes, lo que indica una falta de preocupación por realizar bien su trabajo.

Segundo punto: recepción en urgencias

No me dejan pasar con mi madre cuando llego a urgencias del hospital, les digo que tiene demencia senil y no se acuerda de las cosas, que si le pregunta el médico es posible que no sepa explicar qué le ha ocurrido.  Me vuelven a denegar el paso, diciéndome que si el médico me necesita ya me llamarán.

Una actitud poco amable y nada comprensible en esa situación.

Tercer punto: enfermeros/as y auxiliares de enfermería

El protocolo habitual cuando llega un o una paciente con cadera rota es, lo primero, colocarlo en una cama de trauma, es decir, una cama que lleva en la parte final un arco de metal donde cuelga una polea, al objeto de realizar la tracción de la pierna. El paso siguiente es hacer una placa de rayos X cuanto antes, una vez que la placa confirma la rotura de cadera se procede de inmediato a la tracción de la pierna. Se realiza un vendaje empezando en el muslo justo por encima de la rodilla descendiendo hasta el tobillo, sujetando con el vendaje los cordeles que luego quedan en la base del pie y que, mediante un nudo, sirven para colgar el contrapeso en la polea que cuelga del arco metálico de la cama, de esta forma  la pierna quede recta, tensada e inmovilizada.  Para una mejor  estabilización de la cadera y mayor comodidad del paciente, se coloca sobre la cama una férula de Braun, donde la pierna descansa fijada en una óptima posición apoyada sobre la férula. Este proceso no causa ningún dolor en el paciente.

Cuando me llamaron para estar con mi madre eran casi las dos de la mañana, tres horas más tarde desde su llegada, la habían subido a la planta superior de urgencias y se encontraba en una cama normal, sin arco ni polea para hacer la tracción. Me confirmaron que tenía la cadera rota, pero a mi madre después de tres horas seguía sin haberle hecho la tracción. Poco después un enfermero y una auxiliar se dispusieron a hacerla conmigo delante.  Su forma fue, una vez hecho el vendaje de la pierna, coger los cordeles que sobresalían del tobillo y atarlos directamente a la barra del tablero inferior de la cama,  estirando con fuerza para tensar la pierna y anudando en la barra metálica.  El nudo se aflojaba y la pierna no quedaba lo suficiente tensa, por lo que estuvieron repitiendo la operación varias veces en un tira y afloja de la pierna de mi madre provocándole fuerte dolor, que yo trataba de calmar hablándole, diciéndole que enseguida terminaban.  Estuvieron unos diez minutos haciendo intentos estirando con fuerza de su pierna hasta que consiguieron que quedara atada y tensa. En ese momento yo desconocía cómo debía hacerse una tracción, pensé que lo que hacían debía ser lo normal, pero no, no lo era. 

Además de tardar tres horas en hacer la tracción, la manera de hacerla fue de una forma incorrecta, por no decir chapucera, causando además gran dolor e innecesario sufrimiento en mi madre.  Por otra parte, dejar la pierna traccionada sin colocarle una férula de Braun, que es lo habitual, o al menos una almohada bajo la pierna, denota descuido, dejadez o falta de profesionalidad, como todo el proceso de la tracción.

Cuarto punto: médicos

A la pasmosa lentitud con la que se tomaron su trabajo, habría que añadir una presunta falta de profesionalidad.  Al médico que atendió a mi madre no llegué a verlo, solamente llegué a ver a una joven traumatóloga que llegó a ver a mi madre y dijo que tenían que operarla, pero al día siguiente no podría ser porque era domingo. La espera después se prolongó por cuatro días.  ¿Mucho? Yo diría que sí, cuando lo recomendable es hacer la operación dentro de las primeras 48 horas.

A la mañana siguiente, cuando pasó a verla una nueva doctora y le pregunté sobre el golpe que se había llevado mi madre en la cabeza al caer al suelo, no sabía nada. Como justificación me dijo que mamá no le había dicho nada al médico que la atendió.  Le dije  que yo había pedido permiso para acompañarla por su falta de memoria y dificultad para expresarse, pero no me dejaron pasar.  En todo caso mi madre tenía un gran chichón en la cabeza y ninguno se había dado cuenta, lo que parecía indicar que no le habían hecho una exploración muy exhaustiva, señalándole donde lo tenía para que lo viera por ella misma, sobresalía como un huevo en la parte de atrás.  Fue entonces cuando pidió hacerle un TAC.

Aproveché para decirle que, quizás a consecuencia del golpe, tenía un ligero rastro de sangre seca en la comisura del labio, cosa que parecía nadie había advertido, ni siquiera se tomaron la molestia de limpiarle esa sangre en el labio, únicamente después de notificárselo a la doctora, ésta le pidió a la auxiliar del nuevo turno que le limpiara la sangre.

Conclusión

Cabría señalar que en el caso de mi madre hubo lentitud en el tratamiento, un manifiesto retraso en los diferentes procesos, una cierta incompetencia y una escasa profesionalidad, desde el primero hasta el último de todo el equipo que la atendió.

Esto me lleva a pensar que, tras la desdicha de mi madre en su paso por Urgencias del Hospital San Jorge, difícilmente tienen posibilidad de mejora en atención a los pacientes por muy grandes, modernas y bonitas que hayan quedado las Urgencias si no hay un cambio de personal, un cambio en la actitud de la labor que realizan los sanitarios y una imprescindible profesionalidad en el trabajo de todo el equipo que compone las Urgencias del hospital.  Por eso creo que la mona, aunque se vista de seda…

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