Vivimos en el paraíso sin GPS… pero nos jugamos la vida en la A125

Asier y Eva, vecinos de Biscarrués
18 de Noviembre de 2025
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Vivimos en una zona preciosa entre Huesca y Zaragoza, aunque a veces parece que el mapa se olvida de nosotros. La llamamos “el paraíso sin GPS”, porque aquí ni Google Maps sabe llegar.

Elegimos la calma, los amaneceres y la vida en el campo. Pero no elegimos jugarnos la vida cada vez que salimos a la carretera A-125. Esa vía, que une Biscarrués, Ayerbe y Ardisa, lleva años esperando una mejora que nunca llega. Entre baches, curvas sin visibilidad y arcenes sin limpiar, cada trayecto es una ruleta rusa.

En mayo de 2024, apenas dos meses después de mudarnos, una jabalina enorme se cruzó en nuestro camino. No la vimos: los márgenes estaban cubiertos de maleza. El todoterreno reventó. Y menos mal que era eso, un todoterreno, porque con el otro coche quizá hoy no estaríamos escribiendo esta carta.

Yo trabajo online, pero tres días a la semana tengo que desplazarme hasta Huesca, y Asier conduce un camión cinco días por distintas carreteras de la provincia. No por gusto, por trabajo. Y no sólo por esta carretera: muchas están igual o peor.

Los datos lo confirman: Aragón tiene el 68 % de su red viaria en estado grave o muy grave, según la Asociación Española de la Carretera. Somos una de las comunidades con peor conservación del país.

Dicen que hay que repoblar el medio rural, pero no lo ponen fácil.

No hay viviendas disponibles en los pueblos —nosotros tuvimos que buscar fuera de cualquier núcleo habitado porque no encontramos casa—.

No hay fibra óptica. Lo que tenemos es un router radio con una tarjeta SIM, que depende del viento y de la suerte.

El transporte público apenas existe. En sanidad, muchas zonas rurales de Aragón siguen con “plazas de difícil cobertura”: cuando un médico se jubila o se va, pueden pasar semanas o meses hasta que llegue otro.

Y si hablamos de servicios básicos… ni siquiera Correos llega a nuestra casa, aunque su lema sea “llegamos donde nadie llega”. Aquí, simplemente no llega.

Así, ¿cómo va a venir gente joven a trabajar aquí?

Hace falta más que valentía para quedarse: hace falta que las administraciones también apuesten por quienes decidimos vivir y aportar desde el territorio.

Mientras tanto, los impuestos sí llegan puntuales, pero los servicios parecen perderse por el camino.

Seguiremos defendiendo este lugar que amamos, porque creemos en una vida posible también fuera de las ciudades.

El 6 de diciembre estaremos en la concentración de Biscarrués, junto a nuestros vecinos.

Por la A-125, por la vida y por este trozo de Aragón que también existe, aunque el GPS no lo encuentre.

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