Luis Manuel Aranda

El chotis del señor Almeida

Médico Otorrino de Huesca
14 de Abril de 2024
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Han pasado varios días desde su boda y aún me dura el shock de haberme padecido el espectáculo de su baile. Aún no me he repuesto. Sí, porque hasta entonces uno creía que el chotis era un baile tan castizo como madrileño, tan elegante como acompasado, efectuado por una pareja dando vueltas y zapateando al ritmo de la música, y sobre un mínimo espacio, algo así como una baldosa, vamos.

Pero zapineando el pasado sábado, buscando como siempre algún oso o salmón que pudiera salvarme del hastío televisivo, héte aquí que mi búsqueda no cayó en saco roto, y el buen Dios acabó apiadándose de mi aburrimiento, regalándole a mi vista al Sr. Alcalde de Madrid en auténtica tempestad de movimientos bufonescos, mientras pretendía bailar algún remedo de danza parecida a la castiza cosa.

Era algo totalmente genuino,sorprendente, como una danza entreverada de pasos largos de legionario tras su amada cabra, junto a dulces, ondulantes y caballerescos movimientos de doncel renacentista, para acabar,finalmente, rendido a los pies de su amada Dulcinea.

Bailando ellos cuales sencillas gentes, no como esos ejecutivos/políticos/constructores/hacendistas, etcétera de tres al cuarto, capaces de gastarse lo que tienen y lo que no tienen en una academia de sevillanas para acabar haciendo el ridículo y moviendo los brazos más aún que cualquier cursi metereóloga mientras nos trata como a  niños dando el parte diario.

Ay, los personajillos ridículos moviéndose más que una sanguijuela, para darse importanCÍA, para aparentar haber nacido por mi querida AndaluCÍA.

El chotis, decía, algo que parecía tener más que ver con una parada nupcial de enamorado pavo real que con la sobria actitud de un ejemplarizante Primer Edil.

La cosa tenía su miga, pero tras despertarme una sonrisa, quedó archivada, ya me hicieron pasar un inesperado rato agradable y porque siempre he sabido que hacer el tonto una vez al año, como recomienda el sentido común y la psicología, es de gentes inteligentes. Y no vinieron reflexiones posteriores.

Pero como durante los días siguientes todo el veneno de las redes y prensa subvencionadas comenzaron a vomitar sus salpicaduras de odio y visceralidad, hablando no ya del acontecimiento, sino invitando a confundir el culo con las témporas, como siempre, es por lo que me pongo a retomar “la efeméride”... el bailecito para la historia.

Dejando para los políticamente correctos lo que pretenden,el hacernos ver  que donde pasó un asno, ellos siguen empeñados en decirnos que era una cebra, pobrecillos.

Por ello, sintiéndome concernido, decido no callarme, como suelo hacer, ante cualquier estupidez que me asalta.

Pero tras el bailecito, en suma, como les decía, que hasta me hizo sonreír, y puestos a rizar el rizo, encontré valores para la reflexión. Hasta sentí una enorme ternura al ver su cabal enamoramiento y sus sonrisas cómplices, haciendo las cosas con la mayor naturalidad y humanidad, como Vd. y yo mismo podríamos haberlas hecho o hicimos en nuestro señalado día.

Ellos, los recién casados, unos personajes enormes, con un pedigrí social, intelectual o político mucho mayor que cualquiera de los variopintos presentes y que sin embargo, prefirieron la sencillez, huyendo de presentar sus actos como una ceremonia de esas películas de terror a las que nos tienen tan acostumbrados la asnería, digo, la progresía; los peliculeros de los Premios Goya, por ejemplo, y si me permiten la mala y fácil comparación.

Y, actuando así,ellos,los recién casados, como los tontos y los niños, los que siempre dicen la verdad, no hicieron más que mostrarnos y manifestarnos la autenticidad de su corazón. Tan alejados de aplicar la hipocresía de sus cosas íntimas, como suelen hacerlo en sus funciones públicas.

Así es que prefirieron ser sencillos, naturales, tal vez comulgando con el sabio Sócrates, que nos enseñó aquello de...”la mejor manera de vivir con honor es ser lo que aparentamos”.

Ejemplar pareja; la una, procurando no sólo  no ser ensalzada por su riqueza, sino sabiendo además que aprovechar el traje de novia de su abuela y madre la iba a entronizar como ejemplar y “auténtica reina de la economía circular”, mientras “su dueño”, el Sr. Alcalde, nada abatido por ser un plebeyo, no cejaba en exhibir su autoestima muy alta, como corresponde a alguien que va por la vida con méritos muy superiores al común de los mortales.

Es evidente que su enorme clase y falta de tiempo no incluyó el visitar una academia de ortodoxo chotis con el que deslumbrar a los egregios invitados. Tal vez porque les importó un pepino.

Por resumir, con su sencillez y naturalidad nos hicieron casi olvidar o no ver todo lo demás... Los muchos invitados, tan hinchados de vanidad,y con las excepciones que deseen, que más bien parecían globos que fueran a salir volando, y que hasta preferían no hablar ante los micrófonos de los medios... no abrir la boca, por miedo a eso, al posterior vuelo .

Sr, Alcalde y Sra, enhorabuena.

Ud., respetado y querido Sr. alcalde de Madrid, un hombre que tiene la altura del Conde de Mayalde, aquel otro gran Primer Edil, anterior a nuestra Transición democrática y tan de su estatura moral como de su talla humana y política.

En Huesca tiene su casa, cuando quiera perderse del mundo y sus asechanzas.

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