Agricultores bomberos

Varios tractores han colaborado en las labores de lucha contra el incendio en Loporzano

11 de Agosto de 2022
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Fuego en Loporzano hoy, con agricultores como voluntarios para sofocarlo.
Fuego en Loporzano hoy, con agricultores como voluntarios para sofocarlo.

Es anónimo. En la lucha contra el fuego, los medios de comunicación soltamos una larga parrafada con los efectivos que admirablemente combaten en primera línea. Hay excepciones. Si llega alguien con traje sobre el que se calza un equipo de protección improvisado, la atención se desvía, como si los de cuello blanco fueran la redención de los males. Pero insisto, hay una figura que no figura. Y no figura porque es invisible. Porque forma parte indisoluble del ecosistema. Como si estuviera camuflado. Tan sólo cuando sale de él con sus tractores e invade la plaza urbanita, y nos incomoda, nos damos cuenta de que existe. Es el agricultor. ¡Ah! También nos acordamos de él cuando pomposamente la administración anuncia un tramo de regadíos. ¡Maldición! ¡Dinero para esos insolidarios! ¿Para qué vamos a detenernos a pensar si se pagan una buena parte de esas obras?

Pero, antes de quemarnos, volvamos al frente de las llamas. Un agricultor madruga. Sí, bueno, ahora tienen hasta tractores de última generación. Mira al cielo, a ver cómo se comporta. Sale a la intemperie, a pasar frío y calor. No ha lugar a la pereza. Está firmemente prohibido. Lo dijo San Jerónimo: trabaja en algo para que el diablo te coja siempre ocupado. Preparado para las peores contingencias para esperar las mejores. Miran la estampita de San Isidro, se persignan y al curro. Mientras se dirigen a los sembrados, han de hacer cuentas. Pensar en la PAC, que ahora es verde y medioambiental. Se lo cuentan a ellos, como si vivieran del asfalto. Funcionarios de traje dictando normas sin polvo en sus zapatos. Son sus propios contables que imputan los gastos, los del gasóleo, los de la luz para la crianza del ganado, los de los trabajadores y los jornaleros, los de los productos sanitarios y hasta algocéuticos, los de las estructuras para sus granjas... Y se han de cargar de argumentos para responder a los estigmas y los prejuicios generalizados y de una parte que quiere duros a cuatro pesetas. Que soporten los sobrecostes y, si pudiera ser, los impuestos de todos pero, eso sí, sin que el kilo de melocotón o el de ternasco afecte a nuestros bolsillos. Pudiendo enfocar la ira en el débil, ¿para qué incomodar al poderoso? Nuestra propia deformación nos incita a ser fuertes con los débiles y débiles con los fuertes. Una mezquindad, pero estamos rodeados de incongruencias.

Este mediodía, Ignacio Almudévar me ha enviado unos videos del incendio en el término de Loporzano. Hasta para tomar buenas imágenes hay que remangarse. Luego, con su hermano y algunos más del pueblo, ha cogido un tractor y se ha puesto a la faena de recortar el avance del fuego. Han sido varios los voluntarios con la consigna de esta misión: dar todo sin pedir nada.

En la nota oficial del Gobierno de Aragón: En un primer momento, se explica que han intervenido en su extinción 3 cuadrillas helitransportadas, 4 cuadrillas terrestres y 3 autobombas del Operativo de Prevención y Extinción del Gobierno de Aragón. Además, han participado 7 medios aéreos del Ministerio de Transición Ecológica, en concreto 3 aviones, 3 helicópteros de extinción y un helicóptero de coordinación. A última hora de esta tarde continúan trabajando 4 cuadrillas terrestres, 3 autobombas, 1 bulldozer y 2 cuadrillas helitransportadas del Gobierno de Aragón. ¿Y? ¿No hay nadie más ahí? ¿Acaso Ignacio y el resto son ectoplasmas?

Este país otrora de agricultores no es país ya para agricultores. Invisibles, vagan como francotiradores contra el fuego, contra la desertización, contra la despoblación, sin reconocimiento ni atención. Quién sabe si, a estas alturas, han de conformarse con la inspiración divina de San Isidro. Es probable que sea el único que les escuche.

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