Aquella alternativa KAS, este escenario Bildu

20 de Junio de 2023
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8 de enero de 1989, tregua unilateral de ETA "como prueba de buena voluntad a fin de materializar la única salida al contencioso que enfrenta a nuestro pueblo con el Estado opresor español". Libro "Cómo luché cotra ETA. De los años de plomo al Caso Faisán" de Pablo Muñoz y Antonio Sala, inspirado en los testimonios del comisario Enrique Pamies, que por cierto fue comisario en Huesca tras una estancia intensa en el País Vasco.

"Esta propuesta-imposición que era la alternativa KAS, sueño de los terroristas que jamás lograron alcanzar a pesar de los centenares de asesinatos perpetrados durante décadas, se basaba en estos puntos: aministía total; legalización de todos los partidos políticos, incluidos los independentistas sin necesidad de rebajar sus estatutos; expulsión de Euskadi de la Guardia Civil, Policía Armada y Cuerpo Nacional de Policía (aún no estaban unificados);.. estatuto de autonomía que cundo menos abarque los siguientes requisitos: reconocimiento de la soberanía nacional de Euskadi y derecho de autodeterminación, incluido el derecho a la creación de un Estado propio; el euskera lengua oficial, prioritaria en Euskadi; las fuerzas de defensa ciudadana que sustituyan a las actuales represivas serán creadas por el Gobierno vasco y dependientes únicamente de él...". El Gobierno de Felipe González, naturalmente, no transigió y ETA volvió a asesinar.

A través de Bildu, que no es sino la enésima marca proetarra tras Herri Batasuna, Batasuna, Euskal Herritarrok o Sortu, gracias al poder sin escrúpulos de Marlaska y su jefe, a la reconocida táctica del PNV del árbol y las nueces, los artífices de la alternativa KAS han alcanzado muchas de sus reivindicaciones. No todas, por supuesto, como el derecho de autodeterminación gracias al frenazo al plan Ibarretxe (¿qué hubiera sucedido hoy?). Tal es así que uno podría conjeturar -acertada o equivocadamente- con la cantidad de muertes que se podrían haber evitado si, efectivamente, se hubiera accedido a todas esas imposiciones de los terroristas treinta años antes, pongamos por ejemplo. Y, sin embargo, el Estado mantuvo entonces su dignidad.

Esta mañana, leo a mi amigo Manuel Campo Vidal definir a Bildu como el segundo gran vencedor de las elecciones municipales y autonómicas, con cien alcaldías en Euskadi y treinta en Navarra. Más de 1.400 concejales. Y después de años en los que sus diputados han sido decisivos para sacar adelante leyes que han dividido más que conciliado a los españoles. Porque en sus entrañas, en su escaso pero firme pensamiento, se concentran los anhelos reptilianos de destruir España.

Hace muchos años que sostengo que la educación de las ikastolas, en general, inducía a que los hijos de los socialistas y los peneuvistas vascos acabarían votando a los batasunos, hoy bildutarras. No era una profecía, era una consecuencia de la observación. De forma idéntica, en el juego del independentismo la expulsión de todo lo español de las aulas salvo para el estigma ha auspiciado que en Cataluña los hijos de Pujol se vayan a ERC o las CUP, si acaso a los comunes que vienen a ser -como Podemos en el País Vasco- una especie de nacionalismo light. Sólo desde la conveniencia cobarde se puede negar. Los escrutinios son los escrutinios y caminan en una única dirección desde hace años.

El resultado es una radicalización de la sociedad, una expulsión de la racionalidad que dicta que los Estados pequeños provocan una atomización incompatible con la filosofía de la Unión Europea. Y un manjar para las grandes élites mundiales, esas que no se ven pero que existir, existen. Hoy es tiempo de chuletones y champán, como en las viejas épocas en la cárcel de los Ternera y compañía, para los proetarras, tiempo de raciones de supervivencia anímicas para las víctimas. Porque el alma les llora al ver el espectáculo más deplorable para quienes se rigen por la ética.

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