Calabazas como las de los hermanos Larrosa

15 de Septiembre de 2022
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En sus invectivas contra Catilina, Cicerón aseguraba que nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesía, su paciencia y su tolerancia. Una obligación de los modales, de la educación. Una manifestación de respeto e incluso de afecto.

En los últimos días, tres altas personalidades del Estado han dado a la provincia de Huesca unas calabazas de mayor magnitud que la de los hermanos Larrosa que ganan cada Muestra de Frutas y Hortalizas en Barbastro. De esas que ayer decía uno de ellos que les había dejado un poco serios porque la del año pasado era de 90 kilos y ésta se había quedado en 85.

El día 8 de septiembre, hubo de suspenderse la jornada agroalimentaria de Fraga porque inopinadamente el ministro Planas no podía acudir. Esa misma tarde, el titular de la cosa agraria se presentó en Sangarrén para hablar de los precios topados y de los regadíos, entre la estupefacción de los convocantes de los debates fragatinos. Bien es cierto que, si me hubieran pedido mi opinión personal, hubiera seguido con el programa. Más allá de su capacidad de gestión, no es cierto que necesariamente los líderes ministeriales contribuyen más que un experto de verdad sobre la materia de que se trata. Esto es, en un congreso, para las conclusiones finales, que deben ser el material fruto de la reflexión para el comienzo de la acción, la apertura o la clausura del político de turno suelen ser, habitualmente, bastante prescindibles.

No se ha parado el mundo esta mañana en la Uned de Barbastro. Toda la clase política estaba movilizada por la presencia de la ministra Isabel Rodríguez y del presidente del Senado, Ánder Gil. La primera excusó su ausencia el martes, sin más explicaciones que la manida apelación a la imposibilidad de la agenda. El segundo, ayer, más explícito al indicar que el presidente Sánchez le ha comisionado para representar a España en la toma de posesión del presidente de Angola. Quiere decir que la Uned, que Barbastro y que los asuntos de fondo que se tratan les importan una higa, o cuando menos que los consideran menos prioritarios que la conexión angoleña o el secretario de la agendada planificación.

Conste que esta desafección respecto a los compromisos adquiridos, que es tanto como el menosprecio a la humildad, no es exclusiva ni privativa de un partido, que en este caso ha propiciado tres feos en forma de calabazas gigantes. Pero quizás no estaría mal recalcar a la clase política que vive de la palabra, y una vez dada ha de ser sagrada, como reza el aforismo: Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita. Pues eso, muy mal y muy revelador.

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