De chichas, alianzas y electoralismos

21 de Abril de 2023
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No les falta razón a los partidos de la oposición que han denunciado electoralismo en la intervención del presidente Lambán. Digan lo que digan, tal naturaleza discursiva está intrínsecamente unida al Día de Aragón, al espacio del patio octogonal del Museo de Huesca, que no en vano fue lugar en el que la oratoria se empoderó de los vientos sertorianos a través de los conocimientos del Derecho (los Derechos), de la Teología, de la Medicina y de todas las materias que se impartieron. No he conocido San Jorge en el que las alocuciones no estén preñadas de la búsqueda de la ventaja política, que no otra cuestión es el electoralismo, que en verdad empieza en el momento en el que se ha acabado de escrutar el último voto de cada comicio. Desde entonces y hasta el primer voto que se cuenta en la siguiente cita con las urnas, arranca una campaña interminable. Esto sí que es el ciclo sin fin, más que lo de el Rey León.

Dentro de que la discrepancia está asociada a la democracia, y además de forma absolutamente legítima, se han escuchado algunas palabras interesantes y se han premiado iniciativas que son tan plausibles que todos hemos aplaudido. La Alianza Agroalimentaria, que es un modelo mejorable pero imprescindible de ensalzamiento de la comunicación como herramienta de venta de nuestros fortalezas a través de un viejo método como es el de poner todos los huevos en la misma cesta. Quizás, por eso, he echado de menos que junto a las organizaciones confluyentes posara en la foto quienes les vertebra, quienes les susurra las estrategias y los mensajes, mi buen amigo Juan Barbacil. Replicarás buscando deslegitimar tal aseveración, querido lector, que lo digo porque es amigo. Y te respondo que sí, efectivamente. Que es un desgraciado quien renuncia al reconocimiento de sus afectos (así empezó todo con la triple negación de Pedro a Jesús). En Aragón nos falta mucha unidad y sobra en algunos predios mucha soberbia. Para un buen paradigma, aplaudámoslo.

El segundo premiado, el Club Hielo Jaca, ha sido convenientemente glosado con palabras escuetas del presidente. Con la fórmula de la comparación, ha loado la intrínseca voluntad de los jaqueses para crecer, para ganar títulos, para trabajar con humildad sabiendo -y es buena lección- que el gran recurso es interno, que nadie regala nada. Y particularmente me ha resultado sugerente la contraposición con la búsqueda de inversores extranjeros cuya intencionalidad es mercantilista y, muy seguramente, inmobiliaria. No sé la conclusión que habrá extraído el resto de la audiencia. Pero a mí me ha sonado a lo que me ha sonado. Y no miro setenta kilómetros hacia abajo.

Bien es cierto que, entre la soberanía alimentaria y los títulos jacetanos, cada uno interpreta según le conviene. Pero al presidente aragonés no le abandona la prodigalidad dialéctica meditada. Por supuesto que ha anunciado el centro de salud del Perpetuo Socorro que, por cierto, ya había sido adelantado. Pero a la vez ha reconocido que la crisis pandémica ha evidenciado las grietas sanitarias (gobernando él y muchos de los suyos en toda España, no suena demasido electoralista) y también que el modelo de Incendios 6.0 requiere respuestas que ya están inventadas (quizás su alusión de cierto menosprecio a los ecologistas ha sido algo hiperbólica), tanto que no hay como escuchar a la gente de los pueblos y del campo para evitar costosísimos planes estratégicos en despachos de lujo.

Seguramente, uno de los puntos fuertes del discurso ha sido el refrendo de lo que hace cinco días adelantaba en Huesca Arturo Aliaga: si el territorio no quiere, la unión de estaciones no se hará. Y ahí, quizás, encontremos el punto más electoralista y a la par de sentido común de la intervención y de la coyuntura actual. Canal Roya, hoy, tiembla como proyecto y sobre tal cuestión se demanda una reflexión imprescindible, colectiva, política, empresarial, incluso oligárquica, que de todo ha habido en la iniciativa que ahora se tambalea.

En todo caso, atravesamos etapa de convulsión en la que las certezas son reminiscencias del pasado, quizás de un San Jorge que discernía los buenos de los malos a golpe de manejo de lanzón. Por eso me apunto, en medio de alianzas, de argumentos con chicha y de electoralismos, esa invitación del presidente a rellenar las trincheras entre la izquierda y la derecha para, aunque sea de manera esporádica, sean capaces de identificar los intereses del ciudadano medio. Que soy yo y que eres tú, amigo lector.

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