Cleofé y Josan, y las fuerzas para soportar una vida difícil

25 de Febrero de 2023
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Hace unos días, acabé mi recorrido por Luisiana de la mano de Luz Gabás. Lejos pero cerca. La lectura es algo tan personal, tan íntimo, que no aceptar cada interpretación es incurrir en una incapacidad. Leer no entiende de amarras. Es nuestro salvoconducto hacia la libertad. Nadie (al menos hasta ahora, ya veremos con las manipulaciones cerebrales) nos puede arrebatar las emociones o el desengaño, la exaltación o la tristeza. En la lectura, la autora o el autor nos deja ante la obra para percibirla como un objeto muerto o para interactuar con ella en un diálogo excitante. El final del Planeta me parece tan delicioso... No es por el final agridulce pero predominantemente feliz. Es porque el camino para la esperanza es maravilloso. inspirador...

En esas últimas páginas, recupera una expresión del comienzo, cuando Couroway, el padre del protagonista, Ishcate, le da una lección para el largo y hondo valle de lágrimas: "No pidas una vida fácil, hijo; pide fuerzas para soportar una vida difícil". Quizás, sólo quizás, en el turbulento sistema educativo de este país, las escuelas de padres debieran tener en cuenta esta máxima que habrían de sellar, como tatuajes existenciales, a sus retoños. Reclamar un hilo sencillo en nuestra trayectoria vital es renunciar a algunas de las facultades humanas más edificantes. En esta sociedad nuestra, quizás elijamos sendas facilonas y, por esa debilidad, acrecentamos nuestra incompetencia vital cuando se nos cruzan las barreras propias de la complejidad.

El riesgo está en los tuétanos de nuestro devenir. Este lunes, fui confirmado en la presentación de la Semana Santa como su pregonero. ¡Es tan fascinante, tan difícil, tan inquietante, tan complicado, tan arriesgado! Un auditorio formado en la doctrina de la fe y la espiritualidad y, enfrente, un periodista al que, como tal, le cuesta encontrar la trascendencia en el dato, en el hecho, en la alegría y en la zozobra, en la muerte y en las resurrecciones terrenales, en la sonrisa y en el llanto. Si acaso, por incidir en la senda de la religiosidad adquirida desde muy niño, la persistencia en la verdad que viene de la luz y de la palabra.

Por no traicionarme en la palabra, he tardado seis días, los que transcurren de la emoción, los que incitan a la reacción frente a la adversidad, para conmoverme con la gratitud y la justicia. No ha sido cuestión de pereza, que es pecado capital. Pongo a Dios por testigo que no es uno de mis defectos, no. Si he tardado tanto es por templanza, que es virtud cardinal, imprescindible frente a la hostilidad natural y la estupidez humana.

Hoy, sábado 25 de febrero, me arranco para exponer mi felicidad por compartir jornada muy especial con Cleofé Pérez y Josan Montull. Josan, paradojas de la vida, va a presentarme en el pregón, él que es un sabio de la palabra, un radiólogo de la condición humana, un sanador, un motivador. Cleofé será la Cofrade de Honor, con un argumento plagado de simbología. Más allá de la chanza o el humor, su impecable forma de presentarse cada procesión del Santo Entierro refleja pulcritud, fe y un profundo fervor, con esos tacones que no son lejanos sino muy próximos al dolor del Crucificado. Una forma de mortificación, por esas cuestas y esos empedrados imposibles, que revela firmeza en la creencia y coherencia en la oración.

Convivir ese 31 de marzo con Josan y Cleofé, y con la Archicofradía de la Vera Cruz, y con la Semana Santa en ciernes, no sólo es un regalo cuaresmal, sino una responsabilidad que me reafirma en mis convicciones espirituales y en mi trayectoria temporal, expuesta a los renglones torcidos y comprometida con la virtud del perdón incluso a quienes peor destino nos deseen. La vida es una elección, un albedrío que Dios nos ha puesto en las manos para sortear los menosprecios, elevarnos sobre los silencios y adquirir la consciencia de que, en el carro, una buena compañía es certeza de un viaje providencial. Recorrerlo con Cleofé y Josan es un privilegio y una profecía en la que seguir trabajando.

Lejos de aquella niñez de Ishcate, comparto la instrucción de Couroway. No pido una vida fácil, sino fuerzas para soportar una vida difícil.

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