Cuerpo a tierra, que vienen... los nuestros

12 de Noviembre de 2022
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Los grandes de la Transición nos dejaron perlas oratorias y filosóficas magníficas. Antes también. Recordados son aquellos episodios del Conde de Romanones como el de diferenciar dos conceptos: ustedes son mis rivales, los enemigos los tengo detrás, aquí en el hemiciclo. El mismo personaje de época respondió a un diputado, cuando este tiró de metáfora para significar que estaba anticuado para lo cual espetó que don Álvaro Figueroa y Torres escondía bajo sus pantalones marianos (los calzones ya eran moda por comodidad) y éste le replicó: ¡Qué indiscreta es su señora! La historia del parlamentarismo es exuberante. Aquel ingenio de Pío Cabanillas Gallas tras unas elecciones: Hemos ganado, no sé quien, pero hemos ganado. Y probablemente la mejor expresión gráfica de las querellas intestinas en los partidos, el sublime "¡cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!"

Hoy me ha trastocado el "...como puños" la sucesión de comunicados de prensa de las tres instituciones "grandes" presentes en la inauguración de Casa Lardiés, el refugio de Peña Guara y para la Sierra de Guara en Nocito. Cada una, al estilo de Paco Umbral, hablando de su libro, como si la construcción se hubiera hecho a cachos: primero, con la pasta de la degeá, luego con las perras de la depehache y a continuación con el money del aytohuesca. El orden de los factores no altera la obra, que para eso está Prames para componer el cubo de Rubik. Que si yo doscientos, que si yo quinientos, que si yo cuarenta. Me parece bien que cada cual reivindique su aportación, pero quizás una coordinación hubiera permitido no dar esta sensación de santísima trinidad, con tres personas distintas y un solo dios verdadero. Y sálvese quien pueda, cuerpo a tierra, que vienen los nuestros.

No tengo tentación de profundizar en las posibles desavenencias intra-partidos. Ni en las de estos gobernantes, ni en las de los opositores que, por poner un ejemplo, dejaron a un eximio escritor y parlamentario en soledad en la presentación de un libro con este escribano, sin percibir que, en la puesta de largo en sociedad de un libro, los únicos imprescindibles son el autor, el libro y los lectores. No. Yo, que empecé el 2 de diciembre de 1985 con la misión encomendada por mi 'hermano' Antonio de cubrir la información política, disfruté el nivel de León Buil, Fernández Ordóñez, Curiel, Fraga, Carrillo, Benegas, Borrell, Segurado, Lluch, Alzaga, Schwartz, Lamo de Espinosa, Rodríguez Sahagún, Lavilla, Anguita... Y viví la intensidad de aquella feraz dialéctica interna de los partidos en la Transición. Y, sin embargo, no albergo nostalgia del pasado, pero sí pereza del presente. Interiorice usted, querido lector, su propia conclusión. Ya sabe, busque, compare...

Y, sin embargo, como observador, y por si a alguien sirve este prisma desde la distancia que otorgan los años, me parece oportuno, justo y necesario describir el sainete que, pasado por el tamiz, se convierte en la ópera bufa de la política de hoy. Quizás no sea relevante, pero sí esclarecedor. 

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