Educación especial

27 de Septiembre de 2023
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"No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad". Fernando Savater utiliza la palabra como las herramientas para el cultivo que poco a poco van moldeando la siembra, la plantación, los cuidados y la cosecha final. Capaz de arengar contra el relativismo y de ahuyentar los maximalismos. Al final, en la recolección, todo ha tenido su sentido y su por qué.

Ayudé a un amigo hace ya unos años a intentar resolver la situación de su hijo, con necesidades especiales. Los padres estamos en la obligación de insistir hasta el final por la mejor educación de nuestros vástagos. Y ese deber se convierte, por convicción democrática y raciocinio natural, en un derecho.  Mi amigo quiere que su pequeño llegue hasta el fondo de sus posibilidades. Prácticamente cuatro años después, el pequeño sigue sin los apoyos que necesita y, sobre todo, que preconiza la ley.

En este tiempo, se ha aprobado la denominada Ley Celaá, con pandemia y escaso debate en medio. Y en mi anterior desempeño profesional, por instrucción precisa del "boss", hube de dirigir la línea editorial contra el texto legal por su afección a la educación especial. Aunque su interés era personal, hice del ejercicio profesional una convicción hablando con gentes sabias como Paco o como Rosa o como el Mago More que significaban que podía ser un pequeño desastre porque la realidad es la que es, no la que queremos que sea, por lo que condenar a determinados centros no era sino perjudicar a las niñas y a los niños con necesidades que son singulares y, por lo tanto, no aceptan soluciones indiscriminadas.

Este martes ha habido manifestaciones en distintos colegios para reclamar los recursos precisos para la educación especial en nuestra provincia. No concibo, como alguien susurra, que sea una protesta impulsada por la opción política saliente, porque la estupidez humana tiene sus infinitudes, pero ni siquiera en ellas cabe pensar que el nuevo gobierno haya tenido influencia, cuando apenas ha llegado a la cincuentena de días, en la planificación del curso. No. Los fuegos de artificio de algunas notas de prensa rayan en el ridículo. Lo que sí aseguro es que los manifestantes, algunos por ser familias, otros por empatía, piden que efectivamente el ejecutivo de Azcón impulse con la máxima celeridad la incorporación de los profesionales que la ancestral pereza de la administración educativa deja para el último momento... como los malos estudiantes. No es el único aspecto de gestión que hay que cambiar: interinos, rutas escolares... Se ha generado una cultura de la dilación de los problemas, como si se fueran a solucionar solos. Que no es el caso, como apreciamos año tras año.

Es urgente, absolutamente urgente, solventar estas carencias, porque de lo contrario incurriremos en la coherencia de la prédica sin práctica, de las grandilocuentes manifestaciones en torno a la diversidad penalizando a la vez la diversidad, porque la indiferencia o la inacción castiga a quienes son sujetos de pleno derecho.  A ver si, después de cuatro años sin solución, mi amigo empieza a ver un resquicio de esperanza más allá de las vacuas palabras optimistas sin fruto.

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