Educación y Matemáticas: el tiempo perdido y el futuro impredecible

22 de Enero de 2024
Guardar

Por tierra, mar y aire, esto es, en mi anterior medio, en tertulias radiofónicas y televisivas, repetía en plena pandemia que se estaba perdiendo una ocasión de oro para repensar la Educación y la Sanidad. Por supuesto, también los servicios sociales, la atención a los mayores y la juventud. Para reflexionar sobre el modelo productivo, sobre la realidad de un mercado laboral falsario que esconde bajo las estadísticas una proliferación de sueldos mileuristas, fijos discontinuos y otras imperfecciones mientras alegremente se subía el SMI sin consultar con quienes pagan el SMI, los empresarios. Se ha parcheado la crisis con contrataciones públicas a lo bestia, volteando la proporción entre los puestos de trabajo de las empresas y de las administraciones. En definitiva, la táctica del avestruz en dos versiones: mirar para otro lado o taparse los ojos.

Teníamos una Sanidad estupenda para tiempos de salud plena, sin sometimientos a estrés. Y ahora penamos aquel año y medio de inacción. Y, sobre la Educación, nos endilgó la hoy embajadora en el Vaticano una ley de una insuficiencia evidente por cuanto no afronta los verdaderos problemas de la calidad educativa, que no es sino la eficiencia en la egresión al mercado de trabajo, que es tanto como a la sociedad, de estudiantes capaces de transformar el mundo para mejor, con habilidades para adaptarse y optimizar sus entornos sociales y laborales. Vamos, lo que nos viene a afear PISA por nuestros déficit.

En nuestras discapacidades en la comprensión lectora, perdemos oportunidades para concebir y entender el mundo, esto es, para aportar a su funcionamiento más adecuado, para entregar a las generaciones venideras un planeta mejor. Lo mismo sucede con las Matemáticas, fundamentos para maridar con las humanidades hacia una mentalidad más científica e ingenieril en el mejor de sus sentidos.

Ahora, desnudados nuestros defectos, nuestra vagancia y nuestra falta de previsión por PISA, el presidente del Gobierno ha anunciado un plan de choque para mejorar esas dos disciplinas, sin explicar cómo. Lo que viene a denominarse voluntarismo. Pero olvidando que no representan sino cimientos y complementos con otras materias tan importantes como la filosofía, el plurilingüismo (existe vida más allá del catalán o el vasco, incluso aquellas que nos explican a través de la etimología el sentido de las palabras), las artes y las ciencias en toda su diversidad.

La pregunta es si el plan servirá simplemente para mejorar esa dialéctica de ratios, regímenes horarios y otras cuestiones secundarias que no han de ser sino los racionales acompañantes de lo sustantivo: mejorar la calidad. Hace unos meses, leía a Gregorio Luri, quizás el más preclaro teórico y práctico de la Educación, explicitar cuál era la clave del éxito de Castilla y León (por cierto, largamente gobernada por el partido en la oposición al gobierno central de hoy): en mi interpretación por la comprensión lectora practicada, venía a decir que en esa comunidad no hay tantos pedagogos o psicólogos como en otras, pero sí hay un magnífico y voluminoso cuerpo de inspección. Eficaz y con la autoridad precisa.

Si el Gobierno de la nación y los autonómicos están dispuestos en serio, no como proclamaciones vacuas, a trabajar por una mejor Educación, hay que formar a los profesionales "extraordinariamente bien y pagarles bien en función de su gran responsabilidad" ya desde Preescolar, como sostiene Luri en la revista "Misión". Y, de hecho, propugna que, escuela a escuela, si obtienen más de tres años resultados muy inferiores a lo razonable, "la administración tiene que actuar". Es más, demanda que el Ministerio sea tan drático "con la educación tóxica de algunas escuelas como el Ministerio de Sanidad con la comida tóxica", porque "las familias deberían tener la seguridad de que sus hijos van a recibir una educación consistente, vayan a la escuela que vayan".

Bajo estas premisas del educador navarro, la pregunta es si el populismo imperante en la política de hoy es capaz de sostener la mirada a los padres y, sobre todo, a la verdad incómoda con la aplicación de medidas que no necesariamente sean populares. Si el objetivo es agradar a los vagos y a los que sostienen actitudes críticas con facultades como la memoria o el esfuerzo, mejor será que se ahorren toda la tramitación. De lo contrario, si maridan audacia, honradez y eficacia, aquí estaremos al final del camino dispuestos al aplauso. Permítanme, de momento, establecer una prudente duda. Más que nada por aquello de no ver defraudadas las expectativas y caer en la frustración. Del gobierno depende.

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante