En busca del ecosistema para Huesca

Modelos que hay que imitar, como Carlos Monreal, nos enseñan caminos para cambiar la abulia oscense

21 de Agosto de 2022
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Una de las extrapolaciones más felices de los últimos tiempos es la de las connotaciones de la palabra "ecosistema". La acepción académica se refiere a la comunidad de los seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente. Me gusta utilizarlo para referirme a las comunidades humanas, a su evolución colectiva y a sus particularidades individuales en un sentido holístico: ver el todo a través de cada persona. Sería magnífico volar a vista de dron, como lo que cada semana nos hace sentir Dronnea, y apreciar cómo nos vemos desde arriba. En tres y hasta cuatro volúmenes, como a veces bromeamos con Julio Luzán.

Constituye una ocasión inmejorable hablar con oscenses de la diáspora, en este caso al que me refiero un grañenense, como Carlos Monreal Lera. El artífice de Plastic Energy que ha adquirido la alemana Grüener Punkt, la adjudicataria de los "contenedores amarillos" de Alemania. Nos permite entender cómo nos ven... si es que nos ven. Por desdén interior de Aragón y singularmente de Huesca, no consultamos a esos muchos puñados de empresarios, de profesionales, de artistas, de escritores, de deportistas que triunfan por la vida enarbolando la bandera de su tierra... entre la indiferencia desde su tierra. Suelen ser prudentes. El alejamiento de las raíces les ha dotado de precaución porque han tenido que subsumirse en culturas extrañas y hasta extravagantes, en realidades que para todos serían distópicas y sin embargo están ahí, en relaciones humanas donde el detalle cuenta más que la globalidad. Se han erigido en observadores de primer nivel, porque así lo certifican sus éxitos, dispuestos a responder el arsenal de preguntas que sus paisanos debiéramos formularles para comprender cuáles son los caminos que conducen a la vanguardia. Y, sin embargo,...

¿P'a qué? ¿Para qué buscar referentes si vivimos en el paraíso terrenal? Tan paraíso es... que los jóvenes tienen que emigrar. Sí, somos exportadores generosos de talento, mientras nos eternizamos en ese ominoso padrón de los cincuenta y poco mil habitantes. Nosotros, que en 1987 -cuando Carlos Monreal iniciaba su actividad empresarial en torno a unas tecnologías casi inexistentes, es lo que tienen los pioneros- pregonábamos en casi todos los programas electorales el reto de los 70 u 80.000 habitantes para la Huesca de finales de siglo. Y pasó el milenio, y llegó otro, y seguimos en los cincuenta y tantos mil. Y las voces de la complacencia aseguran que somos los mejores. Da lo mismo que hayan pasado oportunidades de oro, los Enate, los Litera Meat y tantas y tantas ocasiones (aún recuerdo cuando infructuosamente se interesó por nuestra ciudad "Superlópez" y todos lo atribuimos a la ensoñación de un alcalde iluso) que apenas han podido siquiera rendir visita a nuestros munícipes.

Y, mientras, los tertulianos de terraza influyentes en palacios, erre que erre, predican que esta es una ciudad magnífica, que lo es, y que no precisa de nada más. Y es cierto, para sus apoltronadas vidas, para la persistencia sedentaria, para el abandono a su ritmo cansino, no necesita impulsos. Con cuatro pequeños anuncios, huecos de contenido, nos conformamos. La ciudad del conocimiento. No hay como una etiqueta para enterrar los anhelos de los grupos de inconformistas que cabecean al constatar que su espíritu reflexivo y crítico choca contra la verdad oficial, que reduce la expresión a la mitad. Es oficial, pero no es verdad.

Carlos Monreal, como tantos y tantos, es extremadamente precavido. Tiene sus dos plantas de Plastic Energy en Almería y Sevilla. Y construye otras en Francia, Holanda, Malasia y Estados Unidos. Nadie de Aragón se ha dirigido a él. Consecuentemente, nadie de Huesca. De su boca no sale ningún reproche. Tan sólo mesura, aunque no disimula su admiración por el modelo malagueño, hoy un paradigma de absorción de conocimiento y de riqueza. Lo vemos a lo lejos, sin siquiera tener la tentación de copiar un poquito. Aun conociendo, con certeza, la pobreza emprendedora de la capital de su provincia (su Grañén es otra cuestión), donde vive buena parte de su familia, elude los consejos y aportar su visión.

Eso sí, sostiene que Huesca ha de definir su ecosistema, porque una industria no se improvisa. Y agrego yo que la función pública, o los servicios, más de lo mismo, no engendran sino inercia y continuidad... en la abulia. Si no hay proyecto, si nadie diseña una estrategia, si las administraciones se limitan al parcheo (muchos políticos, poca política), la identidad del progreso se queda para Fraga, para Monzón, para Binéfar. Tenemos dos provincias. El eje centro-oriental y los demás. Los demás no somos capaces de perfilar un ecosistema. Y, así, tan sólo deambulamos. Sobrevivimos. Abúlicamente. Con las orejeras y sin las orejas. Pacer y pastar. Y los hay que brindan por esta atonía. Beben sobre nuestra sequía.

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