Sostenía Oscar Wilde que es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida. La categorización del ser humano admite cuantas fórmulas deseemos porque, no en vano, en la diversidad reside la esencia de nuestra naturaleza. Resultó para mí enormemente satisfactoria la participación en el Refufest, esas pequeñas historias de los ucranianos, de los senegaleses, de esa pareja de afganos huidos y refugiados en Huesca por la prohibición de la música en tierra de talibanes, de los sudamericanos,... Fue una semana fascinante en el aprendizaje vital con esa jornada en YMCA escuchando experiencias de inmigrantes que, en todas sus intervenciones, reverberan una palabra: gratitud.
Personas encantadoras y nada aburridas. Hace muchos años, compartí durante un tiempo en facebook una serie: gente que merece la pena. Me dio para muchas entregas. En los últimos días, he tenido la oportunidad de aplaudir a Eugenio Monesma cuando, tras recoger la Distinción Rotaria, hizo pasar su vida en veinte minutos por delante de nuestros rostros de espectador frente al celuloide existencial. Fascinante la naturalidad del gran salvador para la eternidad de los oficios, los usos y los fogones de antaño, tanto en los reveses (que los ha tenido y serios, que para eso estaba su amigo Pedro en la caja) como en las glorias inopinadas, como esos millones de visualizaciones y ese carácter de influente (es la palabra recomendada por la Academia, en lugar de "influencer") global.
Quienes merecen la pena son los que trascienden porque sus obras van por delante incluso de ellos. Este jueves, vamos a aplaudir con EL DIARIO DE HUESCA a Miguel Escuer, un imprescindible en la ciudad. Lo es en todas las organizaciones sociales y en multitud de clubes deportivos, en la integralidad de Cadis y en la especificidada de cada una de sus organizaciones, tal se aplica también a la Plataforma del Voluntariado. Lo es en ese pequeñito equipo de cualquier disciplina y lo es en el Bada Huesca, porque el corazón tiene razones que la razón no entiende. Son esos seres de luz que, quizás involuntariamente, Huesca -entendida como capital y como provincia- pasan discretamente por el escaparate de nuestras vidas y, sin embargo, nos propician unos momentos de reconciliación con la especie humana cuando nos detenemos un minuto a observarles. Y ahí surge el asombro. Y el Viva la Gente que, como rezaba la canción,, es lo que nos gusta más.