Grandes convertidos en pequeños

20 de Marzo de 2023
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Uno de los mayores peligros de esta tierra es que los pretendidos Grandes de Aragón (me atribuyo esta licencia en analogía con la aristocrática clase española) están tan venidos a menos que procuran prolongar sus dominios a golpe recurrencia a quienes controlan las cortes (a los que, por cierto, en privado desprecian en actitud supremacista). Es una especie de intento de invasión para recuperar sus privilegios, incapaces como son de controlar a golpe de inteligencia. Disminuidos en sus patrimonios por aminoración de sus capacidades de todo orden, han de pedir socorros next generation a través de argucias amparadas sin duda en la legislación, quizás no tanto en la legitimidad. El tufo oligarca es precisamente el que motiva que quienes defendemos la actividad del esquí como instrumento de supervivencia de los valles levantemos las cejas y proclamemos: lagarto, lagarto. Dicho de otro modo, que paguen los beneficiarios que lloran como plañideras lo que no han sabido defender con méritos.

No es casualidad que también sean unos de los grandes culpables de la hostilidad espeluznante de los grandes venidos a menos a los pequeños que un día fueron a más. El Real Zaragoza y la Sociedad Deportiva Huesca. Que han perdido el control social es tan palmario que el encuentro en la terraza de El Alcoraz entre gentes de las dos aficiones fue ejemplar, admirable, hermano como corresponde. Pero ahí estaban los Ligallo gritando "Pulido muérete" y otras lindezas (confío en que LaLiga analice las imágenes y penalice) como respuesta al "Pulido, Pulido" de la afición del Huesca, clamor 'peligroso' que fue interpretado por un conspicuo cronista como una incitación a la violencia. Las crónicas de la ciudad vecina demuestran el alejamiento de la opinión publicada respecto a la opinión pública, los anhelos de sangre de quienes ya no saben cómo vender respecto a la realidad de un encuentro de guante blanco entre dos equipos vecinos venidos desgraciadamente a menos...

Por cierto, menor también el entrenador del Zaragoza, Fran Escribá. Hasta hoy no he sido consciente de la repercusión de su seca respuesta a mi argumento amparado en las estadísticas del partido. El "no" sin más puede obedecer a cuatro razones: la primera, la falta de respuesta por la evidencia de la pregunta; la segunda, por la carencia intelectiva de una carga de argumentos ágiles; la tercera, la frustración tras un desempeño deplorable de sus dirigidos y de él mismo; y la cuarta, la soberbia. Quizás al triste técnico no le han explicado que la Recopa se la tomaron hace veinticinco años, que la nobleza hay que ganársela sobre el césped y que ni él ni las oligarquías que han llevado a un club admirado a la ruina merecen una afición que llena la decrépita Romareda con una fe sólo comparable a la que tienen a la "pilarica". Viejos grandes que son hoy diminutos. 

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