Guardianes de la Memoria del Holocausto

Nos queda tanto por conocer que hemos de abusar y proteger la memoria de quienes generosamente nos entregan su patrimonio intelectual

28 de Enero de 2023
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Hoy es el futuro de ayer. Las corrientes de pensamiento del presente se empecinan en minusvalorar el porvenir, atribuyéndole la inseguridad de su comportamiento, la imposibilidad de establecer certeza alguna sobre él. Es inexacto. Al futuro le tenemos encomendada la responsabilidad de analizar y dictar la sentencia sobre la memoria. Con el embajador Alfonsín, mantuvimos una estupenda conversación de cerca de dos horas que me sirvió para aprender muchísimo. No en vano, su primera profesión fue la de docente. Rezuma pasión pedagógica. Y la segunda fue la de abogado. Porque en cada palabra desnuda su amor por los derechos humanos, que son universales, de cada uno y de nadie en particular. Le inquirí su percepción porque también me recuerda a lo acaecido con Adolfo Suárez: ¿es cierto que hay que confiar al futuro la justicia en el reconocimiento de los méritos del presente y del pasado? Así ha sucedido con su progenitor, Raúl Alfonsín, incomprendido al final de su mandato, idolatrado por su gestión transformadora hoy. Contestó afirmativamente. Nunca se mira suficientemente atrás. Precisamente, la dimensión de nuestra realidad se compone del pretérito perfecto compuesto y del indefinido (o perfecto simple en terminología actual). De lo que acabamos de completar y de lo que queda en los anales de nuestra vivencia o nuestro conocimiento.

En mi pretérito perfecto compuesto, Jesús Inglada y Carlos Pérez quisieron que me reencontrara con Antonio Angulo. A través de su mujer, Pilar, embajadora de mi hermano de vida, se reconoció el tándem que nunca dejamos de ser, al concedernos el honor de la distinción honorífica como "Guardianes de la Memoria del Holocausto". Nos atribuye el primero de los profesores el mérito de acoger y difundir sus fabulosas aportaciones para la enseñanza de uno de los episodios más inhumanos y sangrantes de la historia del ser humano. Lo resumió fenomenalmente Michaela Vidláková en su testimonio sereno pero brutal en la primera jornada del Foro Internacional Democracia y Totalitarismos: 6 millones de judíos muertos. En la entrega del auto para la sentencia del futuro, no es preciso añadir nada más. No ha lugar para los dogmatismos ni los sectarismos. 6 millones de muertos. Aplastante.

Tenía Jesús reservado para Antonio un libro firmado por Hana Hnatová-Lustigová. Una de las supervivientes. Se lo había dicho, pero Antonio, apresado en ese campo de concentración de la enfermedad, no pudo leerlo. Por fin lo ha recibido a través de Pilar. A este cronista, le obsequió con El Diario de Helga, de Helga Hosková-Weissová, una de los cien niños que sobrevivieron a la fatal combinación de Terezin-Auschwitz, hasta donde habían sido inhumanamente trasladados 15.000.

Sin embargo, para dimensionar adecuadamente los guarismos, ayuda la consideración de Helga en el prólogo del libro-testimonio del que he empezado a empaparme. "Cada número, sin embargo contiene un destino humano, una historia. Mi diario es solo una más".

Sí, estoy profundamente orgulloso y, sobre todo, comprometido con ser un guardián de la memoria del holocausto. Cada día intentamos, en esta nueva casa del periodismo genuino (esto es, no vendido a las fuerzas institucionales), contar historias que alegran e historias que duelen. Todas tienen, como decía Santa Teresa, su afán. Al igual que los judíos, al igual que las víctimas de Hitler, y que las de Stalin, y que las de los coroneles argnteinos, y que las delatores de los perseguidos, padecemos la incomprensión y la intolerancia de algunos detractores, pero gracias a Dios las compensa el aliento de tantos y tantos amigos lectores. Nos da, me da, fuerza, tanta como la consideración de reconocimiento que, como todos los premios, se revaloriza por la calidad de quien lo entrega. De Jesús, de Carlos, de Berti, de Lázaro, de Ofer, de ese apostolado de la verdad que, para entregar tanto a Huesca -se rifarían este Foro en una gran capital con una consignación de recursos mucho más generosa-, se han dejado durante años (para remontar el proyecto a cuando lo pusieron en mi conocimiento he de retroceder varios calendarios) jirones de vida recompuestos por el sanador efecto de la memoria. Que es justicia. Que es integridad. Que es dignidad. Cuatro jornadas que me llevo a mi baúl de conocimientos y de sentimientos. Impagables.

Timothy Snyder, parafraseado por el profundísimo historiador Avram Milgram en la segunda jornada, nos aporta en su laureadísimo Tierra negra (cuyo subtítulo por cierto es concomitante con el del Foro, "El Holocausto como historia y advertencia"), una lección en una frase: "La historia del holocausto no se ha acabado. Su precedente es eterno y la lección aún no se ha aprendido". Nos queda tanto por conocer que hemos de abusar y proteger la memoria de quienes generosamente nos entregan su patrimonio intelectual. Gracias por tanto.

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