La indignidad que nos hiela la sangre

Enterrada la responsabilidad, el nuestro es hoy un país con la sangre helada.

05 de Marzo de 2025
Guardar

En recuerdo de Pilar Ruiz Albisu, madre de Joxeba Pagazaurtundua, asesinado por ETA en 2003, y sus palabras premonitorias a Pachi López: "Harás y dirás cosas que me helarán la sangre".

Ha fallecido esta madre coraje en Logroño, lejos de la Rentería donde fue abatido su hijo. Su admonición al que fuera lehendakari se ha quedado corta. Ya hace mucho tiempo que, a golpe de mentira disfrazada bajo la falsa máscara sanchista de los cambios de opinión, renunció a la dignidad el Gobierno. El grave problema es que ha vendido, definitiva aunque esperemos que no irreparablemente, la dignidad del país y la integridad de su democracia. El Estado de Derecho se sustancia en las leyes, la fundamental de ellas la Constitución. El primer gran mordisco a la Carta Magna fue la amnistía, invitación a la impunidad de los delincuentes. El segundo, las cesiones que están sacando a los etarras de la cárcel (harás y dirás cosas que te helarán la sangre). El tercero, consiste en todo el bloque de financiación, incluida la tramposa condonación. El cuarto, la inmigración, protegida en su exclusividad nacional en el artículo 149.

Que un prófugo de la Justicia anuncie una medida gubernamental desde su exilio no sólo es una impostura, sino que constituye una humillación no ya al Estado, sino a usted, querido lector, y a mí. Es someter a todos y cada uno de los españoles a un escarnio, por cuando queda constatado que es Puigdemont quien decide los rumbos de España, y no su Gobierno. Las urnas quedan destrozadas, la iniquidad campa a sus anchas.

A rebufo, con un documento idéntico al que divulga un partido que representa a un 1,6 de cada cien ciudadanos, 7 escaños, el ejecutivo proclama que la cesión de las competencias en inmigración a Cataluña es constitucional. Con todas las letras, con la incorporación con mando de lo Mossos de Esquadra. Con la Guardia Civil y la Policía Nacional -que compartirán patrullas antimigratorias con tipos que cobran sustantivamente más aun habiendo acreditado muy inferiores prestaciones- con los dientes rechinando.

En los cambios de opinión de Pedro Sánchez, aquellas demandas ante la invasión de oleadas de inmigrantes desplazados por las mafias de políticas lideradas por la Unión Europea. Paradójico, el argumentario para elevar la respuesta a un fenómeno comunitario que exige mucha más reflexión ha involucionado hasta el punto de entregarlas a una región. Si Junts lo hubiera deseado, las habría depositado en el barrio del Raval en Barcelona o el Eixample de Gerona, cuyas juntas directivas habrían determinado las entradas y expulsiones de los inmigrantes.

En esta España asimétrica en la que los manifestódromos sólo vocean contra los otros, nunca contra los nuestros, posiblemente se instale el estado de comodidad o de desidia intelectual después de conferir las políticas de inmigración a una comunidad que se ha echado en brazos del supremacismo y a unos partidos claramente racistas y xenófobos. En un partido de ping pong, el president Illa contempla cómo se lanzan la bola entre Sánchez y Puigdemont mientras él apenas se atreve si quiera a aplaudir, un don pánfilo como cualquier otro. Y el Tribunal Constitucional, que definitivamente ha caído en un abismo de deslegitimación y de desprestigio mientras asalta terrenos que no le son propios, espera la llegada de los recursos para que tome la decisión el de siempre desde que ha muerto la división de poderes: Carles Puigdemont. Ja, ja, ja. Creías, amigo lector, que iba a escribir Pedro Sánchez, el ventrílocuo de sus mil y un ministros. Pues no. A tal grado ha sucumbido España. Como para confiar Zelenski en nada que no sean palabras vacuas. Enterrada la responsabilidad, el nuestro es hoy un país con la sangre helada.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante