Irene, una metáfora de la confusión

17 de Febrero de 2023
Guardar

Irene juega con una ventaja. No conforme con el derroche del mal llamado lenguaje inclusivo, se ha inventado lo de las "e" para engendrar una nomenclatura propia con la que ganar tiempo para pensar la siguiente parte de su discurso. Es verdad que no lo aprovecha demasiado, pero quizás, quién sabe, conciba que España en estos momentos no elige la baraja de la sencillez, sino de la confusión. Sus atribuladas alocuciones mezclan la diferencia y la igualdad, de tal manera que uno no sabe si el sí es sí, o si el no es no, porque al final irrumpe el se y el ne para que ni Dios -o quizás sólo dios- se entere de nada.

Que la verdad se halla siempre en la simplicidad y no en la multiplicidad y la confusión de las cosas se ha quedado para los pensamientos de Isaac Newton. Ahora, tres siglos después, la ministra de lo trans ha conseguido en un tris hacer trizas el gobierno. Y, así, es probable que los haya que interpreten que la titular de Igualdad -que podríamos convenir que compite en solvencia intelectual con su colega Ione- ha leído a Maquiavelo para convertirse en la princesa cuya vocación de permanencia deriva en fabricar su particular oposición dentro de su propio gobierno porque, estando sus compañeros de Consejo de Ministros enfrentados entre sí y a su vez con la bancada de enfrente y hasta con los palmeros bildutarras o rufianescos, su perfil se agranda mientras la Díaz melancólica escucha al malogrado Pablo Milanés cantándole Yolanda en la caída de su aura.

Los populistas, es el caso, no se sienten concernidos por las inquietudes de las lecturas históricas desde el futuro, sencillamente porque ese tiempo les ignorará salvo que cometan verdaderas atrocidades. Las ceremonias de la confusión son juzgadas en el porvenir, pero en el fango la gente bastante tiene con salir del barro y limpiarse. La Ley Trans es un lío mayúsculo con consecuencias impredecibles desde todos, absolutamente todos, los ámbitos. Casi tanto como la mal llamada ley de bienestar animal, que no hace sino añadir artificio a algo tan natural como la relación entre el ser humano y los cuadrúpedos. Siento discrepar, esto no es complejidad, sino caos. Estas leyes (que en abstracto pueden ser precisas pero sin el atropello demagógico) no sólo no ayudan a las relaciones, a establecer marcos de convivencia, sino al contrario generan consecuencias indeseadas que, contrapuestas con los beneficios, arrojan un balance muy negativo. Y, si no, al tiempo, porque durarán lo que duren, con el único cálculo pendiente de cuánto daño harán a sus múltiples víctimas. Y lo que durarán será lo que permanezca en el sillón del Consejo de Ministros Irene con Irena e Ireno. Y Ione, que es neutro y es neutra, pasará igualmente a la posteridad como un minúsculo espasmo gubernativo. Y sin cursillo.

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante