Lecina: fueron forasteros en su pueblo

08 de Marzo de 2023
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Carrasca de Lecina.
Carrasca de Lecina.

El 17 de marzo de 2021, todos éramos Lecina. Había que subir, había que estar. Un gran animador -lo es-, Alfonso Palomares, televisiones y un amontonamiento de representantes institucionales y políticos que no podían perderse el momento foto. Por unas horas, las de la proclamación, los vecinos de Lecina fueron forasteros en su pueblo. Es más, quien dio todo el impulso a la candidatura al Mejor Árbol Europeo, Daniel Vallés Turmo, fue desterrado de todos los cuadros de méritos. Él, descendiente de allí, con unas cuantas raíces holladas por su familia, en situación económica famélica, fue incluso afeado en su humilde conducta por pretender un puntito de justicia. Nada más que un puntito.

Definitivamente, habían ganado los intrusos. Los figurones. Los que unas semanas antes estaban tumbados en el sofá mientras Daniel me llamaba buscando cómplices en medios de comunicación nacionales y racionales, él que se había gastado unos ahorros en potenciar las redes sociales. Mientras, los vecinos sostenían un pueblo mal comunicado, mal servido, abandonado.

Durante horas, el bla, bla, bla se apoderó mientras los vecinos asistían atónitos. Es verdad que les invitaron a una fotografía "de familia". Queda bonito tener a los lugareños al lado de los mandamases. Decoran muy bien. Y facilitan el discurso. Que si la despoblación, que si el medio rural, que si la promoción pasará per saecula saeculorum por Lecina y por el Árbol, del que, repentinamente, todos los estúpidos que estamos en el mundo de la farándula oficialista sabíamos más que el pastor, o que el cura Cabrero, o que Daniel. Todo atado y bien atado, la discriminación positiva en marcha. La provincia había encontrado un nuevo destino imprescindible que hacía la oferta invencible. Hasta...

Apenas una semana después pasé unos días con mi familia en Alquézar. El cura Cabrero nos dijo que a la jornada siguiente tenía que acudir a Lecina a oficiar un funeral. Cogimos el coche porque nadie mejor que el sacerdote explica los encantos. Como guía material, es un dios. Como guía espiritual, es litúrgico y a la vez terrenal. Se habían quedado el puñado de vecinos y algunos familiares de la fallecida. Me acordé de Bécquer, ¡qué solos se quedan los muertos! Al ver el pequeño museo a la entrada, después de ser invitados a un café por unos vecinos acogedores hasta el extremo, aprecié el sosiego de la feligresía. En Dios, pueden confiar o no. En las instituciones y en los políticos y periodistas que invadieron el pueblo el 17 de marzo, ni incrédulos ni creyentes. Indiferentes. Saben que pueden contar con sus fuerzas. Ni más ni menos. Tras la euforia urbanita, recuperaron el control de Lecina.

Es curioso. Y dramático. La Asociación de Amigos de la Carrasca de Lecina quiere dignificar esos espacios que el tiempo ha ido depauperando. Y se topan con los entorpecimientos palaciegos. Les dan las soluciones con cuatro propuestas concretas que ni siquiera se plantean convertir en un pomposo plan general o global. Es la humildad, la sencillez. Algunos, en el Parque Natural, apelan a la conservación de la naturaleza, sarcasmo intolerable a quienes durante tantas centurias han perpetuado, enhiesta, a la majestuosa encina. Y ahora nadie acude con las cámaras, ni con las cintas inaugurales, porque en estos tiempos efímeros se pierde el sexappeal a la velocidad de las flashes de las fotografías. Y ya se sabe que, cuando no hay cámaras, ni siquiera los vecinos de Lecina parecen forasteros. Habrán de inventar otro jolgorio como aquel. Manda "güevos".

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