Lorenzo, en México se piensa mucho en ti

14 de Agosto de 2022
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Cena en el Castizo de la Casa de Aragón en México
Cena en el Castizo de la Casa de Aragón en México

Cambiar el domicilio de Pamplona a Huesca es un trueque existencial menor. Como hacerlo a la viceversa. O de Huesca a Barcelona. Aquí pocas veces hay viceversa, al menos hasta que se jubila el de la diáspora. Reconforta el retorno esporádico, y de ahí que sea buena la iniciativa de agasajarlos como hoy ha hecho el Ayuntamiento, personificados en Rafael Fidalgo Ciprés. Ilustres como Manuel Pizarro o Santiago Marraco me decían hace muchos años que Aragón pierde oportunidades a chorros por no contar permanente y estructuralmente con tanto talento emigrado. Lo mismo opina mi amigo Antonio Morlanes, presidente de Aragonex, que en los tiempos en los que contó con la correspondencia institucional prestó grandes servicios a esta comunidad y a Huesca (alguna empresa que nos dejamos escapar arribó en nuestro parque tecnológico y luego voló, y para otras no tuvimos la suficiente agilidad y flexibilidad, que es un mal atávico e incomprensible). Lo que se viene a llamar un lobby, en el sentido más fructífero del anglicismo.

Hoy he tenido la oportunidad de hablar con mi estimado Juanma Abad, najino, y también de contactar con otra celebridad de Lanaja, Alejandra. Participaron anoche, 13 de agosto, en la celebración de San Lorenzo en el restaurante Castizo de ciudad de México. Oficialmente, les congregó la Casa de Aragón. Oficiosamente, el empuje de Juanma, de Miguel y algunos otros militantes del oscensismo que añoran las fiestas de Huesca en Huesca. Y que necesitan convertir la velada de ayer en algo más que un sucedáneo combatiente de la nostalgia.

Cruzar el Océano y plantarse en la inmensidad de la urbe mexicana es cuestión mayor. Decía Epícteto de Frigia que no hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo. Cuadra la máxima con el exilio de tantos españoles aprovechando la receptividad del presidente Lázaro Cárdenas. Allí concurrieron Buñuel y Sender, que no siempre hicieron buenas migas, Sánchez Ventura y Samblancat, José Ramón Arana y Jarnés. Allí editaron la gaceta Aragón hace casi ochenta años. Huían del temor a la represalia, de la irrevocable inercia de los vencedores respecto a los vencidos. Y, por tanto, el desarraigo fue el mal menor, aunque nunca deja de ser un mal.

Más allá de los descendientes de aquellos admirables aragoneses que aprovecharon para internacionalizar la creación y el ingenio español, hoy son otras generaciones ajenas a aquel contexto las que pueblan la Casa de Aragón en México. Gentes de mirada larga y ojo avizor para captar las oportunidades. Y por eso triunfan en ese país complejo, pleno de contrastes, rico y plagado de miserias morales, porque hay pocas naciones donde la prosperidad camina de la mano con la violencia con tanta intensidad.

No puedo evitar sentir emoción al permitirme Juanma compartir la felicidad que sintieron ayer. Ni felicidad al constatar que no sólo en el Real Madrid (como canta el himno), sino también que en México se piensa mucho en Lorenzo. Que el santo ecónomo y generoso reunió en torno a mesas de concordia a ochenta aragoneses y amigos de aragoneses bajo los colores blanco y verde de los adornos. Que se deslizó alguna lágrima mientras se precipitaban suavemente las lágrimas báquicas de Enate y de Laus. Que el banquete con ibéricos, flor de calabacín y arroz fue una fulgurante máquina transoceánica que les desplazó hasta el corazón de la fiesta de Huesca. La que evocaron, con tequila y mezcal, con morriña y júbilo. Huesca, que es de ellos más, por el sacrificio que han sustentado, que nuestra. Porque al hijo pródigo se le espera, siempre, con especial ansiedad. ¡Feliz San Lorenzo, amigos aragoneses de México! Por aquí se os quiere, chingones.

 

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