Uno que me pudo tirar la piedra a la cabeza será alcalde de la vergüenza

13 de Diciembre de 2023
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Durante meses, todos los lunes nos enfrentábamos en el campo de tierra del Ruiz de Alda, el estadio en el que confluían mi instituto y el Cuartel de la Guardia Civil. Los guardias eran físicamente un portento, pero nuestros diecisiete años eran capaces de contrarrestar el poderío de aquellos agentes. El 9 de mayo de 1978, uno de ellos fue apeado de aquellos partidillos. Era Manuel López González, 23 primaveras, preparando su boda. Una bomba lapa le retiró de la vida. Por cierto, es uno de los 350 asesinatos sin resolver.

En la manifestación pertinente tras el funeral, los pacíficos íbamos por la Avenida Carlos III de Pamplona. Cada vez que llorábamos a los muertos de la democracia y luego marchábamos contra ETA, desde la sede del diario Egin en ese punto nos fotografiaban. Salían al balcón y se reían. Su risa era idéntica a la que hoy veo en Merche Aizpurúa, Matute y los otros acólitos del terror en sus escaños. De las encías, se desprende la sangre de las víctimas. Las muertas y las vivas, a cuya dignidad lanzan dentelladas.

A esa altura, llegando al final del recorrido justo antes de la Plaza del Castillo, una voz gritó mi nombre, me volví y una piedra rozó mi sien. Un rasguño sin importancia. El pedrusco se rompió en varios pedazos. No pasó de un susto. La mano que la lanzó se escondía entre los borrokas bien podría haber sido la de un, pongamos, Joseba Asirón, alcalde que fue para vergüenza de muchos pamploneses entre 2015 y 2019 y que ahora tornará a portar el bastón de mando por el inconfesable pacto entre el PSOE de Sánchez y de Cerdán y los bilduetarras (sic).

En esta legislatura ya no hablamos de política, porque lo que está en juego es algo mucho más profundo: la decencia, la ética y la coherencia. Ha mentido esta mañana, una vez más, el Pachi López que dilapidó la oportunidad constitucional en el País Vasco y que se ha convertido en una caricatura de dirigente, cuando ha hablado de que no se aprobaban presupuestos en el Ayuntamiento de Pamplona. ¡Nos ha jodido! Diles a los tuyos que voten a favor si, de verdad, prefieres a quienes defienden el Estado de Derecho frente a los que lo han atacado a bombas y disparos en la frente.

Mientras el presidente se va de picos pardos (cualquier día le veremos en el Falcon con un señor con gafas de sol... y será Jorge Javier el de la televisión basura), esta mañana se perpetra otro atentado contra la probidad, de una casta sin límites de ambición. Se les está poniendo cara de Aizpurúa. Y, a esta hora, mientras me froto la sien que fue atacada, me acuerdo de Pilar Ruiz, madre del asesinado Joseba Pagazaurtundua. De esas palabras machadianas dirigidas a Pachi López: "Dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre". El rosario de cuentas disparatadas sigue. Y, más allá de la profética expresión de Pilar, me viene a la mente otras menos conocidas, pero de la misma autora: "Quien pacta con traidores es un traidor". 

Pronto veremos salir exultantes a los presos etarras de las cárceles y los gudaris recibirán homenajes... aunque ahora digan los cerdanes de guardia que este vaticinio es una barbaridad. Amnistía mediante. Al tiempo.

Este pamplonés, de momento, se desarraiga de Pamplona hasta que recupere su integridad moral. Es triste, pero sí, me han echado.

P.D.: Por cierto, apenas dos meses después, Julián Balduz fue elegido alcalde con el apoyo de Batasuna. Había una diferencia. Aunque era repugnante recibir los apoyos de quienes pronto serían identificados en Europa como organización terrorista, los socialistas (5 concejales) se habían negado a apoyar a los proetarras (7). Ni que decir tiene que quedó apeada la opción más votada, UPN (8).

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