El mejor relato de Huesca

19 de Octubre de 2023
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Una conspicua vicemandataria de la corte palaciega pidió mi cabeza -como solía hacer recurrentemente- por una expresión en un editorial que creo que, en cualquier bienpensante, no sólo es aceptable sino que denota capacidad reflexiva. Decía yo, y lo sostengo, que la ciudad de Huesca no lidera la provincia no por egoísmo sino por manifiesta incapacidad. Cualquier observador lo puede suscribir porque es una aseveración fehaciente. Una capital necesita ser fuerte para vitaminar a su área de influencia. De lo contrario, no hay influencia que valga.

Huesca es una buena capital para una magnífica provincia. Pero lo fue mejor y ha de ser consciente para recuperar el esplendor y la potencia que durante siglos disfrutó. Los documentos que saca a la luz Studiosi pro Universitate Sertoriana en sus colaboraciones con EL DIARIO DE HUESCA y, sobre todo, en la excelencia investigadora de todos y cada uno de sus integrantes -sabios émulos de la grandeza académica de Sertorio- son reveladores. Desde las justificaciones de Pedro IV desde Alcañiz para instalar en nuestra ciudad la única universidad de Aragón hasta el brillante alegato de Martín Monter de la Cueva en el litigio con Zaragoza tras la fuerza sin razón de Pedro Cerbuna para romper aquella exclusividad, todo el relato confería a la Huesca universitaria la condición ideal para albergar el catálogo de titulaciones de la que fuera conocida como "la Salamanca de Aragón", como sostienen Pablo Cuevas y Paco Bartol. Una universidad de "champions", como expresivamente acreditó Sergio Paúl en su brillante lección magistral del Colegio de Santiago este miércoles. Dotó todo el entorno, desde las palabras de los doctos oradores (Bizén D'o en su emocional conexión con Olivera) hasta el escenario del Colegio Imperial de Santiago, de una atmósfera impregnada de ilustración.

A mí me inspiró la idea de comienzo de un nuevo ciclo de recuperación. A través de la memoria, de la preservación y recuperación del patrimonio material e inmaterial, esta capital puede retomar el hilo del relato que se perdió por la malévola indignidad del rector Sichar, que más allá de la influencia real sobre las decisiones políticas del momento incurrió en la corrupción del ocultismo y del arribismo cuando cayó ante el claustro y los estudiantes la clausura mientras estaba firmada ya la sentenica de muerte, sabiéndose ya acreedor del fervor zaragozano con un Decanato teñido de vergüenza. Sí, yo también soy del equipo de Macario cuando proclamaba que hay que desclavar la placa del rector Sichar y depositarla en lo más hondo del vertedero más recóndito.

Estamos ante una oportunidad única. Ninguno de los episodios históricos de Huesca son más potentes para un relato para la identidad y el orgullo que los 491 años de la Universidad Sertoriana. La de los colegios y conventos emblemátaicos, la de Huarte de San Juan y Baltasar Gracián, la de los Azara, los Argensola y los Lastanosa, la de Zurita o de Carbonell, la de grandes genios venidos desde tierras bilbilitanas, navarras, aragonesas, catalanas y de toda la provincia de Huesca. Y ahí, de la mano de los sucesores de aquellas eminencias, con el sentido de servicio a la cultura que atesoran los Studiosi, nos encontramos otra vez con la trama perdida, con los argumentos que, hilvanados, pueden producir un nuevo renacimiento. Una época de oro que atañe y beneficia a todos y cada uno de los confines de esta provincia, a todos y cada uno de los sueños que hicieron volar a licenciados en la Sertoriana con destino a la universalidad. Hay que enganchar el hilo para llegar tan lejos como las letras son capaces de llevarnos dejando en el submundo la querencia a la mediocridad. Que así sea.

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