Fue una fiesta. Litúrgica y profundamente humana. Espiritual, teológica y material. Con la sangre de Cristo convertida en vino, con el vino del Somontano protagonista durante la homilía y en la posterior invitación. Los diez años de monseñor Ángel Pérez Pueyo al frente de la Diócesis de Barbastro-Monzón dieron pie al alborozo por la gratitud al pastor entregado a toda la feligresía y a la reflexión sobre las perlas que nos dejó el prelado.
Me permito, desde la humildad del escuchante aderezada por la actitud del oficiante de la pluma -metafórica- de la que no me puedo despegar, destacar diez enseñanzas de una alocución espléndidamente hilada y profundamente inspiradora. No se atienen a más orden que la subjetividad bien intencionada del firmante.
1.- "No hemos cambiado el Evangelio, que es eterno e inmutable, pero lo hemos adecuado a una nueva forma de transmitirlo... para que la Palabra de Dios llegase a todos los rincones de nuestra tierra".
2.- "El Papa Francisco me dijo en su día: No te he mandado a la Diócesis de Barbastro-Monzón a administrar miseria, sino a optimizar los recursos humanos y tratar de impulsar el evangelio".
3.- "Ha sido una década de trabajo arduo, de siembra y cosecha, de sacrificios y de alegrías, de retos superados y de milagros visibles. Sobre todo, ha sido un tiempo de conversión personal y pastoral, de fidelidad al Evangelio y de esperanza renovada".
4.- "No ha sido fácil. Hemos tenido que arrancar cepas viejas, preparar el terreno, abonar la tierra y plantar nuevas vides. Pero hoy vemos los frutos: una Iglesia que ha sabido ensanchar el todo de su tienda, una Iglesia más viva, más sinodal, más evangélica, más fiel a su misión".
5.- "Dios ha hecho un milagro en nuestra Diócesis. Milagro ha sido ver a tantas manos unidas en la evangelización: sacerdotes venidos de otras tierras para apoyarnos, laicos que han asumido con valentía su papel de animadores de comunidad, catequistas, profesores de religión, equipos de liturgia, grupos apostólicos y movimientos, cofrades y voluntarios de Cáritas, de Manos Unidas y de Pastoral de la Salud".
6.- "Nuestra provocación es querer y es servir". Es la revolución que vino a proclamar y a cultivar Ángel Pérez Pueyo hace diez años, es su coherencia y su línea argumental, transgresora y armónica.
7.- "Somos testigos de la fe de este pueblo. Un pueblo que supo resurgir de sus cenizas hace 80 años. En tiempos de persecución y martirio, nuestros antepasados dieron su vida por Cristo. Hoy, en tiempos de secularización y cambios culturales, nosotros estamos llamados a ser testigos valientes de esa misma fe, con creatividad, con entrega, con esperanza".
8.- "Sigamos avanzando, como esa gran familia de familias diocesana, como esa orquesta en la que cada instrumento tiene su función, como la matrioska que guarda en su interior la esencia de la comunidad diocesana... Sigamos construyendo juntos ese sueño de Dios para nuestra Diócesis".
9.- "Soy vuestro. Hasta la muerte si fuera necesario. No me pertenezco. Llamad a la puerta siempre que me necesitéis para que pueda ser para cada uno bálsamo de Dios".
10.- "Aprovecho para pediros sinceramente perdón por mi impacienda y por la pasión que he puesto en todas las cosas sin haber acertado, a veces, a respetar vuestro popio ritmo, o tal vez por no haber sabido corresponder a vuestras expectativas".
He cerrado voluntariamente con esta última expresión porque escuchar a un jerarca lavar metafóricamente, con la suavidad del agua perfumada de la palabra perdón, los pies de su rebaño mueve y conmueve. Dios alargue in aeternum su misión de servicio a las personas de esta tierra que tanto le admiramos. ¡Cómo no te voy a querer, don Ángel! (esto es plagio de una expresión invencible del obispo).