No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti

16 de Octubre de 2023
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Una vida sin reflexión no vale la pena ser vivida. Este axioma de Sócrates es perfecamente compatible con el pensamiento de los grandes sabios universales que preconizan la compasión y la generosidad como los ejes que habrían de acompañar la evolución de la humanidad.

En la admirable Biografía de la Inhumanidad de José Antonio Marina, se consagra la regla de oro: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Y recorre todas las religiones y civilizaciones. El rabino Hillel circunscribe la esencia de la Torá con el precepto de que "lo que es odioso para ti no se lo hagas al prójimo". En el zoroastrismo la formulación es que "la naturaleza sólo es buena cuando no se hace a los demás nada que no sea bueno para uno mismo". En el confucianismo, "no impongas a otro lo que no elegirías para ti mismo". Y en el budismo "no hieras a otro de una forma que tú mismo encontrarías hiriente". En el taoísmo, "considera la ganancia de tu vecino como tu ganancia, y la pérdida de tu vecino como tu pérdida". En el hinduismo, "trata a los otros como te tratas a ti mismo". En el judaísmo, "amarás a tu prójimo como a ti mismo". Jesús: "Tratad a los demás como queráis que ellos os traten a vosotros, porque en eso consisten la ley y los profetas". Y un hadiz, un relato islámico, sostiene que "ninguno de vosotros habrá completado su fe hasta que quiera para su hermano lo que quiere para sí mismo".

Atravesamos una época irreflexiva que renuncia a los beneficios de la sociabilidad y la empatía. Medimos los conflictos por prejuicios estúpidos, por doctrinarismos, por falsas ideologías que no se sostienen en las leyes de la naturaleza. La dualidad de Gaza-Israel, que no es tal porque en el origen del conflicto está una acción terrorista a gran escala -los gazatíes debieran ser los primeros que se rebelaran contra Hamás- de la que vamos a ser víctimas todos, constituye una manifestación de la incapacidad de pararnos, pensar, entender y actuar. Porque luego pasa lo que pasa. Y Hamás jamás está suficientemente lejos. Hamás de los jamases. Ya saben lo de hace un par de décadas. Y si, y si... Isis. Y sí. Hay que cambiar. ¿Y si leyéramos a todos los que nos dicen que no hay que hacer a los demás lo que no queramos que nos hagan a nosotros? Al final, el problema es la estupidez universal. 

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