Ortúzar y Arzallus, Pradales y Urkullu

26 de Noviembre de 2023
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De los opinadores, se espera que hoy nos pronunciemos sobre el comunicado de Hamás enalteciendo al presidente del Gobierno de España. Pero la realidad es que el comentario sobre un grupo terrorista que se suma a los halagos de otro grupo terrorista (ETA a través de sus acólitos) no precisa de ningún matiz. Se explica por sí solo. Pocos dirigentes democráticos de la historia reciente de Occidente son elogiados por terroristas. Piénsenlo y, si encuentran uno, sólo uno, me lo comentan.

Me interesa más, porque además tiene una gran profundidad, el cambio en el PNV. Euskadi es una verdadera aldea gala en la que sólo el oscurantismo de la tribu institucional permite que apenas salgan casos de corrupción en casi medio siglo, y cuando emergen rápidamente el entramado mediático apesebrado se encarga de sepultar en un vertedero metafórico más oscuro que el de Zaldíbar (ahí tienen un ejemplo). Al final, los nacionalistas vascos han tenido tanta -y tan injusta- influencia en la gobernabilidad de este país por las miserias de los presidentes y los dos grandes partidos que hay que denunciar, cuantas veces haga falta, la irreflexividad que hace, por ejemplo, que la Travesía Central del Pirineo fuera descargada de la prioridad inversora europea para beneficiar -Pepiño Blanco, ese gran hombre- a una comunidad con obvia intención de ser independiente. Es un castigo a la fidelidad y un premio a la deslealtad.

La historia se repite. El nacionalismo ventajistamente denominado moderado por periodistas y políticos de PSOE y PP durante décadas, cuando es morigerado en las formas pero extremista en las pretensiones, se comporta siempre igual. Andori Ortúzar es un émulo de Xabier Arzallus, justamente odiado en su vida por quienes pretenden que este país todavía llamado España siga unido. Aquel es periodista y éste fue cura, pero el actual "padrino" del Euskadi Buru Batzar aprendió lo peor del maquiavelismo arzallusiano y apenas levantó un edificio intelectual digno. Sólo hay que escucharle cuando habla.

Me sorprente que alguien se sorprenda del defenestramiento de Íñigo Urkullu. A lo largo de nuestra historia democrática, siempre ha sido así. Arzallus colocó a Carlos Garaicoechea como monaguillo al frente del primer gobierno vasco, y cuando el navarro sacó los pies del tiesto le relevó por José Antonio Ardanza, ni una mala palabra ni una buena acción, y a éste cuando se acomodó por Juan José Ibarretxe, el del plan independentista al que detuvieron los tribunales y la evidente altura ética que entonces había en los gobiernos de España, y tras el paréntesis nefasto de Pachi López que abortó toda esperanza constitucionalista, Íñigo Urkullu.

En todos los casos, personajes de usar y tirar, personajes al servicio del poder que emana de la casa grande que es el Euskadi Buru Batzar, donde el empobrecimiento intelectual acreditado por Andoni Ortúzar ha heredado lo peor de Arzallus y conduce indefectivamente, Pradales mediante, al aterrizaje de Bildu (sucesores de Sortu, Batasuna, ETA) en la "Lehendakaritza". Y entonces, después del adoctrinamiento educativo en las ikastolas estúpidamente alentado por peneuvistas y socialistas estos casi cuarenta y cinco años, llegará el rechinar de dientes. Y quizás ahí, sólo ahí, Ortúzar entienda su incompetencia intelectual y la majadería de creer en ese mito que es Aitor y esa leyenda que es Sabino Arana, un botarate de manual.

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