Pactar con la mediocridad

05 de Septiembre de 2022
Guardar

El compromiso conduce a la duda. Solo hay dos orígenes en la certeza absoluta: la perfección o la autoconfianza total. La primera sólo procede de una infalibilidad que no existe ni en los Papas, a los que se presupone. La segunda es uno de los caminos más plausibles al precipicio, aunque su practicante no lo sepa hasta que está en el abismo. Cada día dudo. Y la única seguridad es que incurro en permanentes imperfecciones. Ora por la irreflexividad, ora por el error, ora directamente por la mediocridad. Combato esta trinidad, pero me sucede incluso cuando termino una presentación: me puede llegar una legión de aduladores, mas yo soy consciente de cuándo he estado bien, cuándo cumplidor y cuándo mal. El oficio, ya más de 37 años, permite discernir. La honradez intelectual hunde esos subterfugios tan humanos que nublan la realidad por una capa de presuntuosidad que ciega la autocrítica. Todo es actitud. Si te analizas, mejoras. Si te felicitas, te apalancas. Y cuando has superado la sesentena apalancarse es, un poco, empezar a morir.

Me ha gustado este domingo la homilía de don Nicolás López Congosto en la Ermita de Nuestra Señora de Salas y de la Huerta. "No podemos pactar con nuestra mediocridad, porque Dios nos pide pactar con él". Consideraciones teológicas aparte, la exhortación es formidable. Si la siguiéramos, seríamos mejores y optimizaríamos nuestro entorno. Quizás el tratado sobre la "mediocracia" de Alain Deneault sea extremo en algunas posiciones, pero sirve para este mundo de hoy, 5 de septiembre de 2022. La mediocridad es una incapacidad o una falta de respeto. Me levanto y desayuno viendo la televisión. Llevaba semanas sin hacerlo, porque el lanzamiento de este medio ha exigido concentración veinticuatro horas al día (lástima que no hubiera más). Veo el sumario de una televisión. Todo son tragedias, tonterías de la escopeta nacional que cargan cada día los presuntos y falaces líderes, eufemismos (el último es el de la excepción ibérica, que es una manera identitaria de decir que hemos de abrocharnos el cinturón porque la luz y el gas están disparados) y, como colofón, la profundidad argumental: unas declaraciones de la neomujer de Ortega Cano en clave rosa. Suficiente: botón de off y al ordenador. Perder el tiempo es una irresponsabilidad, aunque en medio se les ha colado un halo de esperanza con el rechazo a la ridícula propuesta de Constitución de Chile repleta de neologismos y el término "sustantivo" para todo, como si la superficialidad la arreglara un adjetivo "sustantivo". Al menos, en Chile aprecio una cierta madurez, un criterio como pueblo.

Retorno a mi mundo, rodeado de expresiones festivas. Entender las fiestas, como lo están haciendo en Barbastro, en Sariñena, en Almudévar o en Ayerbe (donde han acumulado las de los últimos tres años, que me recuerda a las navarras de Sesma que siempre dependían del volumen de la cosecha y de los precios, eso sí, todo el día con vacas por las calles), como pronto serán en Aínsa, en Binéfar, en Graus o en Monzón, es una manifestación de madurez y de iniciativa. Muchos de ellos han dejado por unos días el negocio para entregarse al ocio. Es oxígeno. También para el cerebro.

Me proyecto hasta la bonita mañana de ayer, en la que constaté la mejoría en la salud de Mariano Claver, nuestro prior. Un imprescindible que ha luchado todos los días y ahora lo hace convirtiendo la debilidad en su fortaleza de espíritu y de alma. Preparo una simbiosis entre las reivindicaciones de Mariano y las palabras de don Nicolás. Si, como sociedad, como institución municipal, como cofrades, no somos capaces de resolver la precaria situación estructural del santuario de Nuestra Señora de Salas y de la Huerta, que rezuma historia por todos los poros de sus piedras en las que todavía se oyen las conversaciones de Jaime I y Violante de Hungría, o las de Pedro el Ceremonioso que erigió la Universidad Sertoriana para marcar nuestra identidad cultural, estaremos fallando en un compromiso irrenunciable: la conservación de nuestro patrimonio. La proyección de nuestra historia y nuestra cultura que, cuando se abandona, nos marca con el estigma de lesa mediocridad.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante