Presidente Lambán: han venido a cerciorarse

Javier Lambán deja como legado ese "fuego invisible" que es el ilumina la conexión verdadera con las ideas superiores que todos llevamos dentro

16 de Agosto de 2025
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El cuadro de Javier Lambán que ha presidido la ceremonia íntima
El cuadro de Javier Lambán que ha presidido la ceremonia íntima

Ese 31 de enero de 2023, en el jardín externo del Tanatorio de la calle Fraga de Huesca, tras el pertinente saludo afectuoso, el presidente Lambán con su inseparable Ramón señalaba con la cabeza hacia ciertos conmilitones que estaban en el umbral del complejo funerario, como si temieran alguna reacción desabrida por viejos desencuentros. Me preguntó: Javier, ¿qué pensaría el pobre Fernando si ahora levantara la cabeza? Por circunstancias de la vida, uno tiene en alguna ocasión agilidad de reflejos: "Pues que vienen a cerciorarse de que está muerto". El alcalde que fue hubo de labrarse su camino hacia la plaza consistorial oscense venciendo la resistencia del aparato, que en Huesca es mucho aparato. En apenas metros, confluía entre el presidente enfermo y el regidor fallecido una coincidencia: los dos eran objeto de la aversión más profunda de la oficialidad de la rosa altoaragonesa. El presidente Lambán rio, pero acabó agregando: "Pues seguro que tienes razón".

La escena -entrecomíllense por la relatividad la textualidad de las citas- se ha repetido, grosso modo, con diferentes protagonistas este mediodía en Ejea de los Caballeros, donde algunas de las mismas caras de aquella mañana en Huesca comentaban, incómodos con certeza por haber tenido que acudir al lugar que menos les apetecía a despedir a quien menos quisieron, a quien más zancadillas quisieron poner. La molestia era ambiental, porque se supone que un porcentaje alto de ejeanos no acogía muy bien la visita. Ahí estaban, presidente, no por respeto, duelo o lástima, apenas asegurándose de que, efectivamente, no ibas a volver.

Ha tenido un litigio permanente el presidente Lambán con el PSOE altoaragonés (con su avejentada cúpula, ojo, que hay socialistas en esta tierra dignísimos). Demasiado brillante, excesivamente ético, congruente en demasía. No sé si esa es la causa de que tardaran en desperezarse un par de horas desde que se conoció el óbito, y que lo hicieran desdeñosamente en el X del facha Musk reposteando la reacción rápida, esa sí, de los mandatarios socialistas aragoneses, incluso de Sánchez, también lacónico y discreto en el contenido. La nota de prensa del PSOE de esta provincia llegaba a nuestro medio -y a todos se sobreentiende- a las 18:58, esto es, cuatro horas después del fallecimiento, con dos párrafos que bien podrían haber sido autoría de aquellos cesantes de finales del siglo XIX con sus manguitos y que tan brillantemente describiera Larra: vuelva usted mañana.

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Al contrario que el ya añorado Javier Lambán, que siempre ha tenido facilidad para hallar el verbo preciso y rodearlo de la atmósfera idónea, el PSOE altoaragonés entierra mal, muy mal. Cuando han asomado al féretro grandes socialistas y extraordinarios ciudadanos, léase en tiempo relativamente reciente el propio Fernando Elboj, Enrique Sánchez Carrasco, Carlos Iglesias o José Luis Sánchez, pongamos, sus comunicados parecían un currículo para una búsqueda de trabajo. Nacido en tal el año cual, con estudios de esto y trabajo de aquello, mandatos entre este y aquel año en el ayuntamiento de donde y el parlamento de para qué. Ni un triste epíteto salvo una excepción señalada que a punto estuvo de disputar el alumbramiento de la rosa a Pablo Iglesias (el originario), con una audacia ignorante en la aseveración digna de mejor causa. Tarea burocrática, despacho por naturales. Es curioso, hasta el Real Madrid, por el que profesaba verdadera devoción el presidente aragonés empleaba más epítetos cariñosos que su partido en Huesca hacia el estadista desaparecido.

Han tenido que ser los díscolos, los desplazados, los evacuados, con nombres y apellidos que no quiero reproducir por aquello de evitar incomodidades, los que le hayan puesto la lírica que acredita un amante de la palabra como es Javier Lambán, merecedor aunque sea por solvencia intelectual y por bonhomía personal de que el verbo se mostrara no ya exuberante, pero sí preciso e íntimo. Un acto de justicia real y de justicia poética para quien tanto ha aportado a la lucha contra el prejuicio y la generalización injusta de que todos los políticos son iguales y esta igualdad cotiza en la métrica de la mediocridad.

Probablemente, ahora empezarán a ser recordadas sus intervenciones sublimes, que han sido muchas porque a su brillantez agregaba un tesón que hacía que cada noche estudiara cada alocución para presentarse en público y pronunciarla sin que los papeles ocuparan otro rol más práctico que obligar a sus ayudantes a colocarlos y retirarlos del atril. En la memoria de cualquiera, sus intervenciones cada San Jorge, dotadas de solidez e identitarias bajo la misma concepción costista de que los aragoneses, en cuanto tales, somos doblemente españoles y por eso hemos de defender la integridad e igualdad entre cada uno de nosotros.

Particularmente, recuerdo dos por su altura intelectual y su trascendencia. El primer discurso, pronunciado el 24 de junio de 2018 con motivo de la reinhumación de los restos de los Reyes de Aragón en San Juan de la Peña, representó una lección de historia y de proyección de futuro de Aragón como cimiento de España, que me hubiera gustado hallar en algún recóndito paraje de mi ordenador para adjuntarlo a este artículo, pero no he logrado encontrarlo por lo que pido a Ramón Buetas que me lo vuelva a entregar como aquel día en que Javier Lambán levantó con su palabra las alas de la admiración de los afortunados allí presentes.

El segundo, el más reciente, me correspondió leerlo en el Homenaje a los Reyes de Aragón de la Hermandad de Obreros de San Pedro el Viejo, claustro en el que el presidente disfrutaba interpretando las rendijas de cada piedra, especialmente si a su lado estaba Javier Sierra. Su enfermedad impidió su presencia y su letra fue puesta bajo mi responsabilidad para recordar que estos dos monumentos, de inmenso valor histórico, artístico, religioso y cultural, son dos de los lugares de Aragón donde con más fuerza sintieron los primeros aragoneses la presencia de lo sagrado y de lo trascendente. Y concluía que, "para alcanzar el éxito colectivo, el tronco de nuestro proyecto común necesita el nutriente continuado de la savia de la que lo surten sus raíces desde hace mil años, pues de ellas emerge -en última instancia- la fuerza de una comunidad política viva".

De su inteligencia como lector, querido amigo seguidor de EL DIARIO DE HUESCA, se deriva que no sea preciso explicitar que ninguno de los que esta mañana se han acercado a Ejea estuvo presente en el llamado a ser uno de los grandes últimos actos del presidente Lambán en un gran monumento histórico, ese 30 de mayo en el que las primeras filas estaban repletas de autoridades de otros partidos.

¿Quién sabe? Quizás una visión pragmática racionalice tan desdeñosa despedida de los propios (de los enemigos, que pronunciaba el Conde de Romanones, frente a los rivales), mientras los de otras banderías aplauden una figura que, siendo presente, ya es historia. Al fin y a la postre, alivia la desaparición de una incomodidad permanente, una conciencia crítica de ese socialismo que ya no existe en este mundo de la rosa despojado de los viejos valores, ese pepito grillo apenas acompañado en la coherencia y la valentía que exige ser un servidor público de verdad. Pero, para que nadie se llame a engaño, Javier Lambán, como remató Javier Sierra su laureada novela, deja por aquí -y no lo digo por el calor- ese "fuego invisible" que es el ilumina la conexión verdadera con las ideas superiores que todos llevamos dentro. Las mismas que, serena pero firmemente, nunca cejan en avanzar pese a las trabas que para la claridad oponen las tinieblas. Descansa en paz, presidente. Ya mantendremos más charlas sobre esto y sobre lo otro. Cuando toque.

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