El PSOE nacional se "oscensiza"

01 de Octubre de 2023
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Es tan bueno Groucho Marx que es natural que sus máximas surrealistas impregnen todo discurso que se precie. Aquello de "estos son mis principios y si no le gustan tengo otros" tiene sus precedentes españoles como lo del "donde dije digo, digo Diego" o el de la especialización de acudir en auxilio del vencedor. Estos y algunos aforismos más me venían a la cabeza esta mañana al escuchar a Óscar Puente en una radio, cuando ha dicho sin inmutarse que el PSOE puede hablar perfectamente de amnistía (utilizando toda la clase de eufemismos para eludir en la medida de lo posible el término) pero que, de referéndum, nanay. Por cierto, en realidad la entrevista fue ayer, pero es que mis hábitos de consumo trascienden la temporalidad. Es lo que tenemos los adolescentes en el uso de la información.

Ese "donde dije digo, digo Diego" de Puente, al que las hemerotecas y fonotecas afean en clave de incoherencia u oportunismo -a elegir, incluso quizás pudiera aducir sentido de Estado, pero no cuela-, me ha permitido abstraer y concretar para engendrar un término y aplicarlo a la actualidad: el PSOE nacional se está "oscensizando". Dos días antes, los socialistas altoaragoneses habían aprovechado para defender la opción de Sánchez a presidente de un gobierno de progreso -progreso estilo PNV, Junts o Bildu, pongamos que es- a la par que arremetía contra los recortes sanitarios y educativos del nuevo Gobierno de Aragón que, por premura temporal, no pueden ser sino los propios (los que dejó el ejecutivo Lambán, claro).

Para quienes tenemos muy presente la historia de las últimas cuatro décadas del PSOE oscense, nos queda claro que hace muchos lustros que las disidencias con Madrid han sido nulas, al contrario que lo que ha ocurrido con Zaragoza (míticos los enfrentamientos de los marraquistas con los rurales o los damascos, más soterrados pero ciertos e inacabados con Lambán). No se han circunscrito exclusivamente a la de Sánchez-Díaz las primarias en las que los socialistas altoaragoneses se habían posicionado con el definitivamente perdedor, con certeza no por principios sino por cálculo de probabilidades.

Me permito dos anécdotas reales como la vida misma. En 1998, tras la sorpresa de Borrell frente a Almunia, con todo el aparato oscense a favor de la oficialidad del segundo, en el pueblo del dirigente oscense por excelencia la mayoría fue aplastante a favor del bilbaíno. Con el humor montañés que le caracterizaba, espetaba después: "No me han hecho ni caso en mi pueblo". La segunda, reciente en la memoria incluso visual de todos, fue la gran exhibición en Tierz a favor de la candidata Susana Díaz... diez minutos antes (utilizo una hipérbole metafórica) de pasarse con armas y bagajes al sanchismo resistente. En medio, el mismo hilo en la contienda Bono-Sánchez.

Quiere todo esto decir que el PSOE oscense no elige muy allá en primer término, pero acaba acertando por la fórmula de la ubicuidad fulgurante, por la moldeabilidad, por el marxismo de Groucho. Y crea tanta tendencia que ahora sus "mayores" han tomado ejemplo hasta el punto de defender lo que antes definían como líneas rojas, de dormir a pierna suelta con las tesis que antes les producían insomnio.

El nuevo argumentario, que será sustituido por el subsiguiente del subsecuente en el momento en el que la conveniencia demande ductilidad y reubicación, es que, tapándola un poquito con trampas semánticas, amnistía sí, por supuesto para favorecer la convivencia con los antiespañoles, pero referéndum ni hablar. Y no deja de ser una contradicción en sí misma, por cuanto el delito por el que huye Puigdemont y penó hasta el indulto Jonqueras y sus acólitos fue la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Quiere decir que, por detrás, y pronto seguramente por delante bajo otra denominación, la formulación es la siguiente: amnistía, sí; referéndum, también. Y en ese ejercicio de oscensismo socialista, el PSOE altoaragonés será el que dé la bendición con Sánchez bajo palio. ¿Para qué persistir en los principios cuando es más rentable bailar al ritmo del vencedor? La lealtad, hoy, se mide en divisas, no en convicciones.

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