Quizás, sólo quizás, no ha sido muy afortunado Frank de la Jungla en sus invectivas a Pablo Echenique por las formas. El aventurero ha espetado en redes sociales al diputado: "Despues de varios videos que has visto y te has callado como una puta cobarde, queda claro que tienes 0 empatia por los enfermos de ELA y sus familias. Si no se pone en vigor pronto la LeyEla, os perseguira esa vergüenza inhumana por el resto de vuestras vidas". Sinceramente, me chirría lo de las putas, que bastante tienen las pobres como para que alguien les atribuya cualquier vela en este entierro. Miren, esto sí que va al pelo, lo de los funerales, y es que en los trece meses desde que se aprobó la legislación para atender a los enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica el número de fallecidos por el terrible mal es a la vez indeterminado pero elevado.
En cuanto al resto del mensaje de Frank Cuesta, lo puede entender y compartir cualquiera que se haya cruzado, presencial o telemáticamente, con un enfermo de ELA. Esta patología, insuficientemente investigada, escasamente combatida y cicateramente tratada por la administración, representa la constatación de que en nuestra sociedad impera el "sálvese quien pueda". Que Echenique, que se mete en charcos que convierte en peligrosos -Frank de la Jungla lo hace en charcos en los que se la juega y ha salvado miles de animales y a cientos de familias de los riesgos de depredadores mortíferos-, no ha sido capaz de empatizar con enfermos como Jordi Pons Sabaté (un modelo de dignidad, 8 años con la esclerosis y ya no se mueve, no habla, no come y no bebe, todo es asistido) o Juan Carlos Unzué. No lo hizo con José Antonio Oliván Buisán, que la tercera semana de julio falleció en Torla después de un proceso de debilitamiento irremisible. Admiré su entereza. Me emocionó su generosidad, dispuesto a cualquier sacrificio por salvar a otros. No hay autoridad moral como la del sacrificio, que espetaba Nadine Gordimer. Su sonrisa fue un modelo de lucha por la vida, un valor en sí mismo intrínseco.
Que tras más de un año desde que se aprobara la ley nada se haya desarrollado resulta abominable, tirando a lo indecente. Es un síntoma de una ceguera ética que conduce hacia una enmienda a la totalidad, una moción de censura de la incapacidad de mirar a los ojos a los que sufren, que al final identifica la integridad de unas instituciones e incluso de una sociedad. No sé si Echenique es una puta cobarde, no lo creo, pero su propia condición y su inacción revela que es un dechado de incoherencia y de bajeza. Lo que es más dudoso, probablemente, es identificar exclusivamente en el argentino tamaña flaqueza moral, pero no empece para que, efectivamente, sea señalable en un asunto tan delicado. Cuando acabo esta línea, seguramente, está muriendo una persona por ELA. No es una enfermedad rara. Viene tiempo avisando, pero los destinatarios están sordos.