SD Huesca, al olmo viejo hendido por el rayo

23 de Octubre de 2023
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Kento y Sielva, jugadores de la SD Huesca
Kento y Sielva, jugadores de la SD Huesca

"Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido"

Me comenta mi amigo Jorge que, por trabajo, no pudo acudir al Huesca-Elche. Por despejarse, salió a pasear, ya de anochecida, por el Coso, cuando centenares de oscenses regresaban de El Alcoraz. Se le antojó un desfile de zombies, con un silencio inquietante. Cuando una muchedumbre camina sin alboroto, o es funeral o es depresión. Hasta en las procesiones de Semana Santa se escucha -desgraciadamente contra el deber de respeto reverencial- más murmullo que en la triste Huesca futbolera.

Me permití escribirlo a las dos horas del partido. Más que la pataleta de jornadas anteriores, me preocupa la resignación. Es el matiz diferencial entre la desesperación y la desesperanza. En el primer caso, en la búsqueda del milagro, los individuos y los grupos se movilizan, ora por la necesidad de supervivencia, ora por la rabia, ora por la rebeldía. En la desesperanza, uno deja de clamar y también -sintomático- de aplaudir a los jugadores. ¿P'a qué? Frente a la puerta 0, un grupo de aficionados si acaso pedía autógrafos a San Román o a Cristian Salvador, que fueron de los nuestros. La abulia coronaba el horizonte azulgrana.

Nadie tiene la solución garantista, la segura, la perfecta. Sí se atisba que sólo puede pasar por una compra y un pase de página. Llevamos demasiado tiempo hablando más de los despachos que del césped, que aunque haya quien interesadamente sostenga que hay que separar resultan indisolubles. Cuando la institución se tambalea desde arriba, abajo reina la incertidumbre, la desconfianza y los nervios... hasta que incluso éstos desaparecen. Y, sin embargo, hay que resistirse. Incluso por rebeldía. Porque cuando todavía hay tiempo para el milagro hay que buscarlo, rezar y actuar. Agachar la cabeza no conduce sino al abismo que se ve ahí abajo.

"Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera".

Es el final del poema de Machado, que retumba mi cabeza siempre que el ánimo se precipita. 

¡Desperta, ferro! Que somos tierra de almogávares y no podemos permitir que nos traicione el abatimiento.

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