El (sin)sentido de un boicot

12 de Julio de 2023
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Me sentí extraño. En Barbastro había encontrado la máxima calidez entre los medios de comunicación para la presentación de mi libro, Contracorriente. Las radios y periódicos de Huesca, bajo el yugo de su insano cóctel de pusilanimidad frente al poder (no se atrevían a dar voz a quien respondía al gran financiador) y de perfidia antiperiodística de quienes se mueven mejor en la ocultación que en la luz, habían omitido cualquier alusión a excepción, claro está, EL DIARIO DE HUESCA. Nos bastó y nos sobró, eso sí, para rebosar el Claustro de San Pedro. Quizás sea lo que tienen esos centenares de miles de lectores que aupan al liderato. En la ciudad del Vero, sin embargo, encontré la atmósfera de afabilidad y de verdad entre mis compañeros. Si antes los admiraba, desde entonces más, porque son "contracorrientistas". Sólo hubo una excepción propia de quien hace seguidismo de los poderes fácticos de la mediocracia regional.

De ahí mi sorpresa descomunal por las ausencias generalizadas de todos los meritorios medios barbastrenses salvo, curiosamente, los últimos a los que me refería (SER Aragón Oriental), el imprescindible José María y mi estimado Alejandro. Al parecer, y excepto un caso en el que explicó su ausencia por cuestiones médicas, existe un malestar porque la asociación convocante ha enfocado una parte de su campaña estival (las otras partes anuales se sustancian en convenios con radios y periódicos del Somontano, e incluso provinciales) a través de Aragón Televisión. A un precio, por cierto, estupendo. Una buena gestión, sin duda.

Quiero pensar que, como dijera la ministra Pajín, las incomparecencias de medios en la presentación del número 7 de la revista Barbastro Ciudad Abierta obedeció exclusivamente a una conjunción planetaria que cegó cualquier acceso al magnífico Espacio del Vino de la Denominación. Que hubo incompatibilidades de agenda u otros motivos incontrolables de índole profesional o personal. No creo que haya que dar pábulo a suspicacia alguna porque, hasta ayer, siempre habían acompañado un órgano de divulgación de la ciudad y la comarca excepcional, con 15.000 ejemplares en la calle consecuencia de un esfuerzo hercúleo de los editores y con la vista puesta en la proyección que conviene a todos, a los empresarios y a las instituciones, pero también a los medios de comunicación. Todo lo que sea generar riqueza redunda en beneficio de todos. Al contrario de lo que preconiza alguna fuerza política, no hay que distribuir la pobreza, sino los recursos.

El compromiso de un medio de comunicación pasa por la vocación de servicio y por la capacidad analítica para entender las razones de nuestros interlocutores, aunque a veces nos cueste (a mí, por ejemplo, me cuesta). Generar mensajes demanda, como en una faena taurina, parar, templar y mandar sobre nosotros y nuestras circunstancias. Por eso una de las lacras en nuestra profesión es el establecimiento de boicots, porque en el boicot se empieza a deformar el criterio y la responsabilidad ante la audiencia. Incluso, al ocultar información se está faltando al respeto a la madurez del lector, oyente o telespectador, que merece disponer de todos los elementos para establecer su propio juicio.

Lo he explicado en ocasiones críticas en ámbitos de la actualidad cuando alguien ha pedido boicotear productos, por ejemplo, catalanes en medio del sinsentido independentista. Es una insensatez. Si queremos padecer en la holganza intelectual de la autarquía, estaremos propiciando, mientras vetamos al cava catalán, una desafección respecto a los vinos del Somontano en Cataluña. Y esa es una idiotez que no podemos permitirnos, y que ni siquiera la Constitución y el mercado nos consienten.

Los boicot, como las bromas entre niños, tienen el riesgo de que al final los amigos se enzarzan en una pelea de consecuencias impredecibles. Y, en el daño, nadie gana. Por eso estoy convencido de que lo de ayer fue un cúmulo de casualidades. O, en sentido contrario, que la reflexión, aunque sea a posteriori, derivará en la convicción de que no tomaron una buena decisión. No sucede nada. Errare humanum est. Y en el camino siempre encontramos mecanismos para reconducirnos hacia la amistad que nunca debemos poner en riesgo. Un abrazo, compañeros. Ayer no os lo pude dar.

 

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