Suficientemente tontos

21 de Diciembre de 2022
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Difícilmente se puede ser más claro. Elon Musk ha recibido una especie de enmienda a la totalidad de 10 millones de usuarios de Twitter. El excéntrico personaje, concéntrico amasador de fortunas, ha respondido que, atendiendo a esos 10 de sus 436 millones de usuarios, buscará un director ejecutivo "lo suficientemente tonto" para que asuma las riendas de la compañía y para sí dejará el control de los equipos de servidores y software (ahí radicará el negocio, nadie lo dude). Inmediatamente me ha venido a la cabeza aquella expresión de Warren Buffet en la que recomendaba comprar empresas que pueda dirigir un tonto, porque "más pronto que tarde lo hará".

Los argumentos simples (que no sencillos) triunfan en los mecanismos cerebrales de hoy. Steve Jobs convenció a John Sculley para que dejara la Pepsi y se fuera con él a Apple con una provocación en modo pregunta: ¿prefieres transformar el mundo o seguir toda tu vida fabricando bebidas azucaradas? Ruego no tengan en cuenta la literalidad de las citas, sí el tenor de los contenidos. Si Musk o el oráculo de Omaha (Buffet) apelan a la validez para altas encomiendas de los "tontos", puede significar que los liderazgos de hoy no requieren de Altas Capacidades Intelectuales (¡qué buena la serie francesa protagonizada por Audrey Fleurot!) y escarbando podemos convenir que existe una devaluación de la percepción de las élites de la competencia de los ciudadanos en cuanto a tales.

Estamos en fase crítica. Un amigo periodista me llamó ayer por la tarde para felicitarme. Me sorprendió: "Habéis sido el único medio, junto a Efe, que ha titulado correctamente el notición de Alquézar". El resto, según P., había tomado el primer falso titular que aseguraba que la hermosa villa había sido elegida como el mejor pueblo turístico del mundo, cuando la Organización Mundial de Turismo lo había incluido en una lista de 32... que ya tiene tela de alegría y de gran buena nueva. Al parecer, agrega mi colega, el resto había cogido la primera nota institucional y no la rectificada, con lo que sus lectores, oyentes y telespectadores en estos momentos no tienen a su alcance la exactitud del contenido y, por tanto, están encauzados hacia la falacia. El riesgo, cuando un emisor de la administración repite esa estrategia voluntaria o equivocadamente, es que al final llega el lobo después de tres veces de broma de Pedro y nadie le cree. Y entonces se come a las ovejas.

Todo, en estos momentos, se asemeja dramáticamente a lo que el coronel Baños advierte en "El dominio mental". Las élites, ora gubernamentales, ora (y con mayor trascendencia) en las sombras de la influencia real sobre los usos sociales, desprecian el raciocinio y el criterio de las personas, a las que despojan ya del manto de ciudadanos para someternos a individuos pasivos. Entregados a las modernas -y certeras- tendencias del marketing, apelan a las emociones como en la triple y siniestra comparecencia de presidentes de las cámaras legislativas y representantes del Gobierno contra el Constitucional (Montesquieu no contempló para la división de poderes que el judicial tuviera también una television a su servicio como los otros dos) o, en un tono más frívolo, esa campaña de Díaz Ayuso para que el consumidor deje propinas en los bares. Que, en el fondo, aun siendo de distinto calado, alojan similar minusvaloración del intelecto de los españoles. Y, si cualquiera de nuestros lectores confía en esta argumentación, que vaya a las librerías a adquirir un escudo contra las agresiones a nuestra condición de homo sapiens: un libro (y quien dice uno...). Así entenderá qué quiere decir Elon Musk o los supuestos gobernantes cuando hablan en público o sotto voce de los "suficientemente tontos".

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