La tensión entre las supervivencias

28 de Diciembre de 2023
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La historia más reciente de la Sociedad Deportiva Huesca se perfila en un lienzo en el que se dibuja una tensión entre supervivencias. Ya lo escribió Gabriel García Márquez: la vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir. Nuestro club, que es tanto como nuestra ciudad y nuestra provincia, ha llegado hasta la situación actual merced a una sucesión de circunstancias virtuosas y un rosario de vicisitudes negativas. En las unas y en las otras, han tenido que ver las mentes y las manos de quienes lo han dirigido y quienes lo han hecho factible, los líderes y la afición. La comunión propia de los momentos felices ha devenido en discordia en los actuales, que son complejos e inquietantes.

El hecho claro es que el lenguaje entre los dirigentes y una parte de la masa social pongamos que equis, por no entrar en generalizaciones ni en depreciaciones, se ha disociado de tal manera que hoy no hay comprensión mutua. Tanto que mientras los primeros conciben que la supervivencia pasa indefectiblemente por ellos, erigidos en imprescindibles (Bertolt Brecht los diferenció de los buenos, los muy buenos y los mejores), las voces discordantes cada vez más generalizadas perciben que priorizar la del club demanda sacrificios en la dirigencia. Los buenos capitanes del barco son los que aguantan hasta el último hálito de esperanza ante el naufragio, pero, llegado el instante, es signo de inteligencia salvar su propia integridad y ceder el timón a la providencia o al mejor criterio o posibilidades -por fuerza o por pericia-.

Ha desaprovechado el club al mejor armador posible priorizando la supervivencia de los tripulantes a la supervivencia del barco. Considero que puede ser por interés pecuniario o por confianza en las posibilidades propias mientras la anemia va minando el funcionamiento de órganos vitales, incluso en las organizaciones hay un aspecto que es la autoestima o el orgullo que impiden apreciar el momento en el que la debilidad resulta punto menos que insalvable.

En este torbellino en el que ha sumido al Huesca el descarte como comprador del Grupo Costa, se han sucedido las informaciones atropelladas -mías, por ejemplo- en búsqueda de soluciones ante la flaqueza futbolística, cuyas causas no son exclusivamente achacables a las penurias del césped sino sobre todo a esa ley de Murphy en la planificación que afirma que todo lo que puede ir mal, pues va peor.

En tal tesitura, y seguramente por la buena intención en la búsqueda de recursos para evitar el estropicio mayor (ese que el conferenciante Gonzalo Ávila cifró en -5,5 millones con la desaparición del fútbol profesional aunque nadie quiso mirar hasta la parte inferior de la transparencia en la que figuraba), hemos buscado mecanismos que La Liga ha derribado con una simple aplicación normativa: no hay posibilidad de adjudicación del patrocinio del plan B a la plantilla, y me temo que ahora tampoco el retruécano futbolero de buscar a la Fundación como cooperante necesario para una pequeña trampilla. Eso sí, sólo no se han equivocado los que no han querido aportar luz, apoltronados en su comodidad.

Más allá de ese parche del alivio de la masa salarial con el cuarteto Kanté, Lombardo, Pulido y Pita, no hay esperanza para este mercado de invierno salvo as debajo de la manga. Tiene una cierta fatalidad el Huesca, y es que en su dirigencia nadie ha puesto un chavo en el accionariado -ni en el arranque como SAD en que todo se sustanció con 1,73 millones del Gobierno de Aragón y con la comisión correspondiente sin desembolso de Bahía que le adjudica el título de segundo accionista tras la Fundación constituída con aquel montante público- ni va a salvar la situación actual, ni por talento ni por talentos (ya saben, las monedas griegas y romanas).

Quiero decir que, aunque agua pasada no mueve molino, la gobernanza ha dejado pasar imperdonablemente una oportunidad única y, de hecho, no va a haber más -si me equivoco, rectificaré-. Al menos en las condiciones explicitadas por el propietario, que la sala de decisiones del club esté ubicada en nuestra provincia. Constatada la inviabilidad de un proyecto que pierde dinero a chorros y que no puede seguir aminorando su patrimonio, quizás la muestra más inteligente y plausible de amor al club sea el paso atrás para que otros den uno adelante. Aunque sea transitoriamente. Aunque sea para una búsqueda final con otros aires.

Es el momento en el que, quizás, el divorcio entre la supervivencia interesada y la supervivencia holística del club sea la opción más dolorosa pero la más recomendable. Porque todas las bonitas historias pueden tener su punto y seguido si el "prota", el héroe de antaño, toma la sabia decisión de dar echar un paso a un lado. Y salir airoso, como los buenos toreros.

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