La traca de la campaña electoral abrasa a San Lorenzo

Los balances del equipo de gobierno y del PP auguran una subida de temperaturas hasta mayo próximo

15 de Agosto de 2022
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¿Tan largo me lo fiáis? El drama legendario de Tirso de Molina se me ha alcanzado en esta tarde de balances de las fiestas de San Lorenzo. Tan tempranos que el gubernamental y el opositor se han adelantado a unos cuantos actos que bien podrían suscitar venturas o desventuras imprevisibles. ¿Imaginan? Tan autocomplaciente -cuando alguien dice dos veces que no es autocomplaciente, es que es autocomplaciente- el uno, tan desmesuradamente agresivo el otro. No hay lectura que se amontone sobre los acontecimientos y esté dotada de la perspectiva suficiente. Pasa como en los toros, si el torero se pega un arrimón el burel puede llevárselo ensartido. Debiéramos aprender de los clásicos. Baltasar Gracián nos lo dijo: "Es cordura provechosa ahorrarse disgustos. La prudencia evita muchos". Podrían haber esperado a procesar adecuadamente un San Lorenzo 2022 que ha sido irremediablemente bonito. Porque nadie lo puede fastidiar. Respeto.

Llevo días observando la paulatina tendencia avasalladora de partidos políticos en actos públicos. Se nota la cercanía de las elecciones. Lo que no esperaba es que, sin terminar el día 15, San Lorenzo acabara abrasado en la parrilla del ventajismo. Genera incoherencias. La única confluencia en los criterios de las dos principales formaciones de la ciudad, de las que no me ha gustado el tono (la música también está en la palabra), es que las fiestas han sido un éxito por el público. ¡Nos han jodido! Han descubierto la cuadratura del círculo, se han despertado como Galileo con su "Eppur si muove". ¡Y sin embargo se mueve! ¿Acaso alguien cree que ha cambiado el modelo de fiesta respecto a los años setenta? ¿Y que han sido la izquierda y la derecha, o la derecha y la izquierda, las que le han dotado de una atmósfera diferente? ¡Ja! En lo esencial, "ná de ná", "nasti de plasti". Desde la época del Emilio Miravé concejal, la estructura es muy similar, llámese el atractivo Barón Rojo o los Festivales de España de Narciso Yepes. Luzcan el cartel El Viti y Antonio Bienvenida o Morante y Roca Rey. Denomínense presidentas o mairalesas (que, por cierto, recibieron el bautizo en 1970, fecha muy poco democrática). Patrocine el Gran Premio de Ciclismo la CAZAR o Ibercaja.

En sus conversaciones fatas, ¿han escuchado a alguien expresar, con cara de convicción irrefutable, que sus fiestas han sido soberbias por Lasaosa o Felipe, o, por el contrario, hubieran variado hacia la excelencia mundial por Allué u Oliván? Lo digo sin acritud, con todo el cariño. No sobreactúen, amigos, que la carrera hasta mayo es muy larga y, en el camino, puede haber primas de los pollos o pueden encontrar el farolillo rojo si no varían la actitud argumental.

Ni siquiera voy a entrar en los razonamientos, ni en esa encuesta de resultado chavista (un 94,4 % me hace desconfiar por mucho que ame mucho a mi ciudad, tanto como otros factores que por prudencia callo), ni en esa certeza de que la bronca con las peñas ha sido culpa unilateral de Luis Felipe. Las discrepancias con las peñas son inmemoriales y comparar la magnitud es desconocer la profundidad de la historia de las fiestas.

Me obnubila la ignorancia sobre los anales de los San Lorenzo en los últimos casi setenta años. Regalaría a todos un libro de "Compromiso con Huesca" editado por la Peña La Parrilla y escrito por este escribano con la inestimable ayuda de Carlos Jalle. Pero no tengo fe alguna en que lo leyeran. Y, superada la sesentena, uno está para dosificar los esfuerzos y minimizar las decepciones. Al final, dejaremos el rigor para una secta de cátaros que seamos perseguidos por una presunta herejía: la de reclamar más cultura y menos superficialidad. Disculpa nuestra necedad coral, San Lorenzo.

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