Vino del Somontano, el récord de la identidad, la autenticidad y la diversidad

Quizás hoy el Somontano es más que nunca un universo, una manifestación de identidad, de autenticidad y de diversidad

11 de Enero de 2023
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Renunciar a la pasión en función de la edad representa desgajarse de un órgano vital de nuestro ser: la experiencia. Los años pueden aportar el aroma y el poso de la sabiduría, pero bajo ningún concepto la resignación. La ejecutoria de la Denominación de Origen Somontano es prácticamente paralela a mi trayectoria altoaragonesa. Alcancé la calle La Palma el 2 de diciembre de 1985, apenas unos meses después de la irrupción de esta figura en torno a los viñedos, la cooperativa y las pocas bodegas que entonces operaban. Buena gente con muy buen semblante Mariano Sanagustín, el primer presidente. Y Luis Miguel Subías, el segundo. Dignos de todo el afecto. Con Mariano Beroz el diapasón emocional creció. Mariano era mucho Mariano. Y luego le sucedió Raquel Latre, un pedazo de presidenta afable y con un conocimiento profundo en otras facetas fundamentales (la adaptación a los exigencias de los mercados volátiles). Se remangó también, como siempre lo ha hecho el actual titular, Paco Berroy, por cuyas venas corren gotas de bonhomía y de excelencia. La sucesión, como la labor de la Ruta del Vino que estrenó la gran Natalia Gracia, ha sido como un poemario que ha añadido matices no sólo a los vinos, sino también a la gran obra. Por algo Dante Aligheri en su Divina Comedia sostiene que el vino siembra poesía en los corazones.

Algunos de los más sobresalientes episodios de mi existencia oscense ha girado en torno al vino. Quiero a tanta gente de la Denominación de Origen Somontano que no alcanzo a nombrar a todos, porque el olvido de uno solo sería una injusticia imperdonable. Indeleble queda aquella mañana soleada en la que Santiago Lanzuela, en el acto presentado por mi amigo Ángel de Uña, cortó la cinta del Complejo de San Julián, museo, refectorio y oficinas con Santa Lucía al lado por si es preciso rezar y la plaza de toros cuando se impone una estocada... o un natural. Y tantas y tantas conversaciones con los propietarios de las bodegas, humildes en su magnanimidad. Esas charlas con el inolvidable Ramón Justes. Aquella entrevista a Javier Tomeo, "no me fío de la gente a la que no le gusta el vino, ni de la que le gusta demasiado". Tenía razón el portentoso escritor. Siglos atrás lo había escrito Martín Lutero: "Aquel a quien no le gusta el vino, ni la mujer, ni el canto, será un necio toda su vida".

En la viña del Señor, hay mucho talento. Cuando las extensiones son inabordables por la vista, no es preciso exprimir al máximo el jugo de los rendimientos, como sucede en otras áreas de España. En el Somontano, se han tenido que espabilar. Los agricultores, y los viticultores lo son, se levantaban de su posición agachada, se separaban un poco la boina y se rascaban la cabeza. Recuerdo así a mi abuelo en Lodosa. El gesto les aliviaba el sudor y les esclarecía las dudas. Y así descubrían el tratamiento a las plantas, el cuidado de las cepas, la forma de superar las inclemencias meteorológicas. Hay mucha ciencia en la intuición de la gente del campo. Ahí está el origen. Luego llega el conocimiento de los enólogos, las tecnologías, la estrategia del márquetin, la audacia de los departamentos comerciales y la sonrisa, inspirada en los efluvios del vino y de la madera, de la atención al público. Y otras ideas fabulosas como la incorporación del arte y la literatura al magnetismo intrínseco de las variedades tintas o blancas, de las foráneas o de las autóctonas, de esa paleta de colores que se mezclan con el paisaje de medio monte a lo largo y ancho de cuarenta y tantos pueblos.

Siempre lo ha sido, pero quizás hoy el Somontano es más que nunca un universo. Una manifestación de identidad, de autenticidad y de diversidad, en la que desfilan generaciones de familias entusiastas con su labor de representar el pasado, de impulsar el presente y de proyectar el futuro. Bertolt Brecht sostenía que la uniformidad en el pensamiento asegura que es un error mezclar vinos distintos,  pero el viejo saber y el nuevo bien se mezclan. La estructura, los taninos, los aromas frutales y la consistencia no entienden de reglas inamovibles, sino que exigen un hermoso juego cuyo resultado sea uno y binario: el placer y la salud. Conquistada la ecuación exacta, desafiada la ortodoxia, abrazada la valentía, esta Denominación de Origen Protegida ha alcanzado en el 2022 recién expirado un récord de época. Calladamente. Humildemente. Brillantemente. Apenas una sonrisa y un abrazo para celebrar. Y a trabajar. Porque el éxito está en el camino y los resultados son la fruta madura que se desprende de su labranza. Porque en su siembra están nuestras pasiones. Felicidades, Somontano. Contigo nos identificamos.

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