Mi amiga Milagros, restauradora emérita por excelencia, contesta inmediatamente al envío de nuestra vertiginosa información sobre el Día Grande que es un gran día, mayor si cabe, por lo que hoy ha acontecido en la Plaza de San Lorenzo con el baile de las dos primeras danzantes de la historia, Cristina e Ibón, o Ibón y Cristina, junto a Santos y Fernando también en el plano novel. Me dice: "He estado allí".
Esta frase nos permite dimensionar lo que esta mañana del día 10, en la que escribo mientras los danzantes brincan en procesión para coger al cabildo catedral y municipal y retornar a la Basílica, lo que hoy ha acontecido aquí. Y, sobre todo, valorar lo que el resto del cuadro de los danzantes viene regalándonos desde hace años: esa media hora larga de felicidad suprema acompañados por la Banda del maestro Escuer. O, como escribiera Pearl S. Buck, esas alegrías sucesivas en un corto espacio de tiempo que nos permiten poder prescindir de la gran felicidad. Esta mañana, la plaza bullía como no se recordaba, y los jóvenes, que nunca han faltado, se han visto reforzado por una legión más porque ahí estaban cuatro de los suyos batiéndose el cobre con espadas, palos nuevos y viejos, las cintas y el degollau. Sublime, directamente.
Quien piense que esto no es sino folclore, confunde los términos. Esto es sentimiento y es identidad, es ir poniendo ladrillos de intrahistoria en los anales de Huesca, y, si se pone la argamasa oportuna, el edificio siempre irá creciendo, mientras los viejos hortelanos constatan, a su vez, que su obra sobre la tierra da sus frutos con jóvenes dispuestos a rezar por las raíces en movimientos gráciles.
Este 2023, Huesca está haciendo historia en San Lorenzo. Como todos los años, pero por las circunstancias más. El amor a la ciudad, a San Lorenzo y a nuestra pequeña comunidad quedó constatado anoche en las Completas, mi primera aparición poscovidiana, la que me tuvo enclaustrado durante el cohete y todos los actos previos. No es que sean solemnes, es que, igual que una faena de un torero bien vale un cortijo según el dicho taurino ancestral, las Completas valen en sí una aspiración de prosperar en la catalogación nacional. Contrarrestan esos usos, esos modos indelebles -de momento- de una cabalgata que, a poco que se ganara en pulcritud y pese a la imposibilidad de erradicar el morado de la faz de la matinal del día 9, podría adquirir la apariencia de lo que fue hace décadas: un desfile modélico, hermoso y simbólico de la convivencia.
Esta mañana, la plaza de San Lorenzo se ha llenado de detalles. Y seguirá haciéndolo. Es importante cuidarlos y recordar aquella afirmación del escritor Carlos Fuentes: un pueblo no puede prescindir de su tradición ni de la evolución de ésta. El inicio de San Lorenzo 2023 ha sido colosal, pero en un primer análisis quizás el Saludo al Santo ha dado un paso atrás no sólo por el horario que ha restado afluencia, sino porque prescindir del himno que fuera creado por los artífices del acto, Carlos Jalle y el maestro Sampériz, representa una renuncia a la identidad. Y sin sentido, además, toda explicación añadida caerá en el error o en la actitud desdeñosa. Sigamos avanzando y que, en cada escenario de la fiesta, podamos proclamar solemnemente: yo he estado allí. Haciendo historia.