La juventud reclama su lugar y su protagonismo. Hay que hacerle sitio en las cosas públicas. Esperar y exigir que los jóvenes reclamen su puesto y su responsabilidad en el conjunto de quehaceres y de encomiendas para asumir el rumbo de la res pública. Para ir asumiendo la participación de tratar de mejorar las cuestiones que nos conciernen a todos. Que piensen y laboren por su formación y por su futuro es una evidencia y una necesidad en la que de alguna forma todos andan. Los jóvenes aportan buenas dosis de frescura, sinceridad, descaro y opinión sobre la realidad social y económica allá donde se encuentran.
No son cuestiones abstractas, hay bajarlas a las realidades coridianas.
Aunque la juventud sea una época en que haya muchas dudas e incertidumbres, aunque no se disponga aun una larga perspectiva histórica y experiencial es destacable y deseable que aporten y se impliquen los jóvenes, que pueden hacerlo trayendo mucho empuje en sus demandas y mucho talento, en muchos casos, con excelente preparación. Talento no reconocido, o no descubierto, en ocasiones, pero es desolador ver cómo marchan en bastantes casos al extranjero, o como envían currículos o demandan empleo, donde apenas se molestan en acusar recibo o en contestar. Y no con sueldos para organizar fiestas. aun
Hacer, pensar, laborar por ubicar y dar sitio a la gente joven debiera ser una gran obligación social transversal, como dicen ahora, para entender que concierne a toda la sociedad, a todos sus grupos y organizaciones con independencia de sus particulares objetivos o intereses. Entender la importancia de la cuestión es garantizar una evolución en el empuje social y en su renovación, en la vitalidad de la ciudad, de la sociedad.
Y no solo es una cuestión de las formaciones políticas donde abundan los tapones, los fieles militantes de décadas, que adocenados impiden que surjan nuevas ideas y que emerjan nuevas andaduras y se renueven personas. Ocurre también en las administraciones, en las asociaciones, en las empresas. No pido cuotas ni cosas similares, en las que tengo muy poca fe, o ninguna, pero con la juventud puede haber más opciones de creatividad y de adaptación a los rápidos retos de una sociedad que va disparada.
Hay múltiples ejemplos de estas prisas. Se han desbancado las cintas de video y sus sistemas, las cintas de casetes o las de los ordenadores, los discos compactos empiezan a sobrar, las torres de ordenador llevan camino de la agonía frente a los portátiles, la revolución de los móviles o de los relojes es extraordinaria, y así un largo etcétera. Usos y artefactos van quedando obsoletos con mucha prisa.
Hablar del mundo de las redes, de la imagen, de la inteligencia artificial, de los algoritmos es como pasar del presente, apenas conocido, al pasado cercano que se aleja aceleradamente. Quedarse atrás en la nueva tecnología no es algo infrecuente. Hay un reto importante cual es la formación profesional para todas estas cuestiones. Ahí quiero incidir.
Bueno puede ser aumentar la oferta de esta formación acorde a las exigencias de los tiempos, y bueno para aumentar las posibilidades de empleo con la mejor cualificación a la juventud que ya ha nacido con las nuevas tecnologías que no paran de reproducirse y de crecer. Ya no sirve la mecanografía, o cosas similares, por mentar algo. No quedarse en la obsolescencia tecnológica es fundamental. Es algo que debiera tener una rápida implantación en el panorama oscense si se quiere no perder oportunidades.
Estos retos reclaman una respuesta desde la educación para que la formación profesional se vaya adaptando a las exigencias del momento en que vivimos. Y para hablar de creación de empleos de futuro. Sitio, invitación a la juventud en su formación, en su empleo, en su responsabilidad es un asunto del mayor interés. Es esta la cuestión, el futuro, o mejor dicho, el presente, cuestión que aun no siendo la única, no deja de ser importante y que en Huesca espera alguna respuesta y más protagonismo para no quedarse en el furgón de cola.