José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI

Contra el SMI

Miembro de la Asociación Española de Derecho y Economía
28 de Enero de 2024
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José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI
José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI

Hay una creencia popular, sin ninguna base coherente en la economía, en la que el salario mínimo interprofesional (SMI) es bueno. Y cuanto más alto, mejor. A poco conocimiento de la economía que se tenga, un salario impuesto por el gobierno es una soberana tontería y un atentado contra la economía productiva.

Permitan que desgrane los argumentos que sostienen la afirmación anterior.

Hasta la década de 1980 en España existía un salario mínimo interprofesional diferenciando por edad. Esto se hacía porque las personas jóvenes que entraban al mercado laboral eran menos productivas que las personas que llevaban trabajando una temporada. Pasa con todo. Cuanto más tiempo llevas haciendo algo, mejor eres. Sin embargo, en los 80 el paro era muy alto, así que nuestros políticos decidieron igualar el SMI sin importar la edad y… ¿Qué ocurrió? Se incrementó el paro entre los jóvenes. Ningún empresario estaba dispuesto a pagar un salario alto a un trabajador que estaba empezando.

Las consecuencias a corto plazo de igualar el SMI sin importar la edad fueron ideales para el gobierno, ya que el porcentaje de paro entre los padres de familia disminuyó. Aunque, a largo plazo, estamos sufriendo aún esas consecuencias. España lleva décadas liderando el paro juvenil en la Unión Europea. El problema tiene muchos motivos, pero uno de ellos, es el SMI sin diferenciar por edad.

Otra consecuencia del SMI es que no sólo encarece el salario neto que recibe el trabajador, sino también los costes tributarios a los que tienen que hacer frente las empresas. Una cuantía para nada desdeñable. Las grandes empresas pueden permitirse esta subida ya que tienen mecanismos que facilitan el ahorro de costes, pero las empresas medianas y pequeñas, aquellas de menos de 50 trabajadores, no pueden hacer frente a las subidas del SMI. Traduciéndose en despidos o cierres. Por lo que, al final, no sólo se está destruyendo tejido productivo, sino que afecta a los empresarios más desprotegidos. Quien defienda subidas del SMI luego no puede quejarse de la desaparición de las tiendas de “toda la vida” o de la invasión de las “multinacionales”.

Respecto a la clase de empresa, también es distinto el efecto del SMI. La agricultura y la ganadería se ven muchos más afectadas que otros sectores como el industrial y el financiero. El trabajo en el campo necesita de una gran mano de obra. Por mucho que se avance en la mecanización, se necesitan de personas en las explotaciones agrarias y ganaderas. Subir el SMI no provoca que se despida gente; sino que en este sector provoca el cierre masivo de explotaciones, dejando un sector fundamental de la economía al borde de la muerte. Recordemos que el socialista Fernández Vara pidió un SMI distinto para los profesionales del campo allá por el 2020.

Por último, estudios realizados en toda Europa demuestran que, al negociar el SMI a nivel nacional, se escoge la media salarial como punto de partida y de ahí se establece un salario mínimo. Esto hace que el salario impuesto por el Estado no tenga efectos positivos en las zonas ricas, pero destruye empleo en las zonas pobres. En otras palabras, empobrece a los más pobres, pero no enriquece a los más ricos. Un ejemplo, la renta media por hogar en Navarra supera los 35.000 euros pero en Extremadura no llega a los 25.000 euros. El SMI no tendrá efectos positivos para los navarros, pero en cambio, las empresas extremeñas no podrán permitirse pagar ese coste y despedirán a gente. Al año siguiente Navarra seguirá igual, pero Extremadura peor.

Recapitulemos, para evitar los problemas del SMI tendríamos que tener uno por cada provincia. Eso hace 52 (con las ciudades autónomas). Luego uno para jóvenes y otro para el resto. Vamos por 104. Y hay que diferenciar por tamaño de la empresa (208) y si son agrarias o no. Un total de 416 salarios mínimos interprofesionales.

¿Es factible tener 416 SMI? No.

¿Y las consecuencias de tener sólo uno? Destruir empleo juvenil, perjudicar a las pequeñas y medianas empresas, cerrar explotaciones agropecuarias y empobrecer a las regiones más pobres.

Igual es mejor no tener SMI.

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