Pilar Lachén

Corazón oscense

03 de Agosto de 2023
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El blanco y verde ha aparecido en nuestras vidas por arte de magia laurentina. Los escaparates, las luces colocadas en las calles, los primeros aromas a albahaca y, en los tendedores de los patios traseros, la ropa blanca y verde esperando para ser utilizada.

Es entonces cuando en nuestros corazones comienzan a latir al ritmo de las espadas, el son de una ciudad que vibra durante siete días para rendir homenaje a San Lorenzo.

Los almuerzos están reservados, las comidas en familia y con amigos, los pequeños pensando en cuántas veces podrán ir a las ferias, al teatro, a los cabezudos; los jóvenes sabiendo que su vida va a cambiar y vivirán por la noche hasta después de las vaquillas. Los más mayores asistiendo a las verbenas vespertinas y a los actos matutinos.

Una ciudad que se transforma y que aumenta su población considerablemente, pasando de la tranquilidad y lo que llamamos normalidad a una semana en la que disfrutamos de las fiestas en honor a nuestro patrón.

La emoción nos embarga recordando a aquellos que ya se fueron y recordamos, con una mezcla de alegría y añoranza, los momentos que pasamos con ellos en estos días de agosto. Sabemos que ellos querrían que disfrutáramos de las fiestas y ese es el cometido que tenemos: seguir viviendo y seguir disfrutando.

En estos días en que la alegría y el disfrute tiene que ser la máxima que impere en nuestras calles, es triste ver cómo se tienen que colocar los llamados puntos morados para asistir a mujeres que hayan sido acosadas o atacadas; es triste que en el hospital tengan que atender a niños, porque son niños, por intoxicaciones de alcohol y otras sustancias que, por desgracia, son el pan nuestro de cada día.

Todo tiene su lado bonito y su lado feo, y sé que no está bien contarlo en días de fiesta, pero es mucho peor esconderlo. Tenemos que intentar, entre todos, que la ciudad vibre, pero de alegría.

San Lorenzo, nuestro amado patrón, nos ayudará a conseguirlo.

A todos los que somos oscenses de corazón, a los que lo son de adopción, a los que vienen a pasar estos días, a los que se fueron, pero su recuerdo sigue con nosotros y nos acompaña, a los que se van para huir del ruido y a los que se quedan. A todos. Disfrutemos de unas fiestas sanas, tranquilas, en familia o con amigos. Emocionémonos al ver a San Lorenzo en su peana, al escuchar el son de los danzantes, al reencontrarnos con aquellos que vuelven y al reunirnos con los que están.

Mi corazón ha comenzado a latir al ritmo de las espadas al preparar la ropa blanca y verde de mi familia, al sacar los pendientes de pajaritas y el colgante de parrilla, pero, sobre todo, al recordar los muchos años que llevo celebrando estas fiestas y que siempre provocan en mí el mismo sentimiento: el amor a mi ciudad, a mis orígenes, a San Lorenzo. Algunas lágrimas y muchas sonrisas.

Felices fiestas y Viva San Lorenzo.

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