¿Se acuerdan de que la semana pasada todo el periodismo español estaba preocupado por Argentina? Todo el mundo hablaba de Javier Milei (sin conocer ni entender a Javier Milei) y hasta los políticos se echaban las manos a la cabeza. Los que viven de ser tertulianos eran expertos en la economía e historia argentina. Pero al parecer eso ya no importa. Ahora estamos debatiendo sobre si es legal o no que el PSOE ceda diputados a los nacionalistas catalanes para formar gobierno.
¿Dónde quedó Argentina?
Como me gusta ir a contracorriente voy a hablar esta semana de Argentina.
No sé si se ha repetido lo suficiente, pero debe repetirse hasta la saciedad: Argentina hace 100 años era de los países más ricos del mundo. Un argentino era, de media, más rico que un estadounidense. La cultura en castellano pasaba por Argentina (ni por España, ni por México). Era el ejemplo sobre cómo debía ser una economía.
Entonces ¿Qué ocurrió? Pues, como dijo Jorge Luis Borges, “Las tiranías, fomentan la estupidez”.
No estoy hablando de tiranías militares, que las ha habido en Argentina, sino de Perón. Este político pensó que, si Argentina era rica, podría gastar unos millones en ayudas sociales. Total, pagaban otros. Y así lo hizo. Lo que se denominó peronismo no es otra cosa que generalizar los subsidios. Hacer que la clase media y los ricos paguen para dar a los menos favorecidos. Pero salió mal. En vez de conseguir menos pobres, los multiplicó. Para revertir la situación que él había creado, volvió a hacer lo mismo ¿Y qué ocurrió? Más pobres.
Contra toda lógica, nadie echó la culpa de esto al presidente Perón, sino a los mercados, a las guerras exteriores y a los empresarios. Pero aún faltaba lo mejor, el Banco Central Argentino. Como había falta de dinero para pagar todo lo que se debía, se empezó a imprimir dinero, trayendo a Argentina una plaga bíblica de la que aún no se han repuesto: la inflación.
Perón se fue, pero el peronismo quedó. Las diversas dictaduras militares que se sucedieron hasta la década de 1980 no hicieron nada (o no hicieron lo suficiente) para poder revertir la situación. Se centraron más en temas políticos que económicos. E incluyo en esos temas políticos los gravísimos crímenes de guerra que perpetraron.
Y llegamos al siglo XXI, cuando los argentinos cambiaron el peronismo por el kirchnerismo. Una corriente ideológica que gestionaba peor (si cabe) la economía y destruía las endebles instituciones democráticas del país. Eso sí, daba igual cuánto robaban, a cuántos fiscales mataran, que la prensa estaba siempre de su lado (la española más).
Esto es Argentina. Un país que lo tenía todo y que una ideología como el socialismo, personificado en Perón y los Kirchner, ha destruido hasta convertirlo en un país tercermundista. Argentina estaba entre los cinco países más ricos del mundo, ahora es el número 63 (y bajando). Argentina es ese país donde dan igual los problemas económicos si se gana un mundial de futbol. Un país donde cada semana salta una noticia que es una cortina de humo para no hablar de la verdad. Argentina es España.
Sí señores, relean esta columna y se darán cuenta de que cada etapa que anduvo Argentina la estamos repitiendo nosotros.
Argentina, a día de hoy, a pesar de ser mucho más pobre que España, tiene mejores datos macroeconómicos que nosotros. Menor Deuda Pública. Menor Déficit. Menor Paro. Menor Paro Juvenil. Menor Deuda Privada. Eso sí, su inflación galopante les hace empobrecerse, aunque nuestra inflación tampoco se queda atrás.
Si los que escribieron la semana pasada sobre Argentina escribieran menos y leyeran más, hubieran hecho mejor su trabajo. Pero yo soy como Borges:
“Unos se enorgullecen de cuántas páginas han escrito, yo de cuántas he leído”