Araceli Cavero

La educación al día

Jubilada
23 de Octubre de 2022
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Hace unos días, cambiando de canal en la televisión, justo me encontré con Arturo Pérez Reverte que en ese momento decía textualmente: “Al que es capaz impúlsalo, al que no lo es ayúdalo”.

No puedo estar más de acuerdo con esta frase.

A este respecto conozco la historia de dos niños que iban a un colegio público en el que se potencia la integración. Cosa muy buena, pero sucedía que estos niños se aburrían extraordinariamente en clase. La razón: no faltaban ni un solo día a clase, además de que su madre y su abuela insistían en que se esforzaran en estudiar y hacer los deberes. Sin embargo, cuando iban a clase tenían que repetir lo ya aprendido para “integrar” a los que faltaban asiduamente.

La solución: llevarlos a un colegio concertado que, a pesar de lo que se va diciendo por ahí, también en estos hay niños de otras nacionalidades. Los he visto.

El resultado final es que aquellos niños que se aburrían, hoy son dos jóvenes uno ingeniero aeroespacial y el otro ingeniero aeronáutico.

Esas dos carreras no se las han regalado. Ha sido gracias al esfuerzo mental y físico de ellos y al económico de sus padres.

¿Qué hubiera sucedido si hubieran seguido en el primer colegio? Seguramente habrían engrosado las filas del abandono escolar, tan denostado en el informe PISA, pero al que no sabemos dar solución, que no pasa en absoluto por aprobar los cursos con suspensos. Lo que obtenemos con esto es crear unos profesionales mediocres que nunca saldrán de su mediocridad.

Bien es verdad que también los padres tienen su parte de responsabilidad, que si en lugar de dar la razón a sus hijos cuando les van con quejas, les animaran a esforzarse, ya que trabajan para su futuro.

Como delegada de Manos Unidas, he ido por varios colegios acompañando a los misioneros que venían a contar a los niños sus experiencias en los países más pobres, contrastando con lo afortunados que somos aquí con tantas facilidades en todos los sentidos.

En una de estas visitas, el profesor dijo a los alumnos que cogieran el cuaderno, pusieran la fecha y el tema, que era naturalmente, Manos Unidas.

Mientras hablaba el misionero, me llamó la atención una niña que, sentada en el pupitre con postura y actitud displicente, no se había molestado siquiera en sacar el cuaderno. Si en todas las clases hacía lo mismo, lástima me dan los profesores, todavía más si tenían muchos como ella.

Mi conclusión es que no por parir muchas leyes de educación, van a salir de los colegios jóvenes formados adecuadamente, si no se fomenta el esfuerzo por el trabajo bien hecho, si no se sabe apoyar al que es capaz y ayudar al que lo es menos. Y no creo que la integración vaya por ese camino, sino más bien por el de aprovechar las potencialidades que cada uno tiene. Y para eso hay que elaborar leyes capaces de pensar más en el futuro de los hombres y mujeres del mañana y no de derogar otras por haberlas aprobado el partido en la oposición.

Y desde luego, por un tirón de orejas a los padres que no se preocupan por las actitudes correctas o incorrectas de sus hijos con respecto a los profesores.

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