29 de Diciembre de 2022
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Eloy Fernández Clemente se ha ido con tanta discreción que su ausencia ha sido una cierta sorpresa consecuente con su proverbial afabilidad. Persona amable y creativo emprendedor cultural, luchador por la facultad de Economía en la que llegó a ser Decano, su principal proyecto fue el periódico Andalán, de tanta influencia en muchos aspectos en la marcha de Aragón y en la Transición política española iniciada tras la muerte del general Franco. Eloy era una persona intelectualmente muy preparada, profesor de Historia Económica, periodista de pluma ágil, fluida y creativa, de gran curiosidad por todas las novedades y por los avatares políticos, y sobre todo por el progreso de Aragón.

Miembro de la Junta Democrática de Aragón y uno de los fundadores del Partido Socialista de Aragón, de tan grato recuerdo en aquellos tiempos de los finales de los años setenta del pasado siglo. Profundo aragonesista dinamizador de muchas iniciativas de índole cultural, destacando su dirección y coordinación de la Gran Enciclopedia Aragonesa que vino a suplir una carencia importante, aglutinando en varios tomos una información muy precisa para el conocimiento de esa realidad compleja que responde por Aragón, un territorio muy querido por el personaje irrepetible.

Muchas anécdotas podría contar de aquellos tiempos en una Zaragoza llena de optimismo, luchando por las libertades, la democracia y la autonomía regional.  Andalán fue un periódico que aglutinó voluntades, opinión y propuestas que influyeron mucho en los ambientes culturales y políticos de la entonces clandestina oposición.

Fue él quien me presentó en la Granja Anita a José Manuel Porquet Gombau, que venía de Barcelona para cumplir el servicio militar, al mismo tiempo que un servidor, que volvía de Madrid recalando en Zaragoza por estudios, para igual cometido militar. Ambos estrenábamos una prenda inolvidable para un recluta como eran la llamada tres cuartos, adecuada para los inviernos. De ahí salieron las colaboraciones para el Andalán. Luego me tocó realizar los trámites para convertir el Andalán en una sociedad anónima, en mis tiempos zaragozanos de pasantía como abogado, allá por la mitad del año 1975, en una cuestión de derecho mercantil, que no era precisamente una querencia o una preferencia profesional ni mía, ni del despacho en el que trabajaba. Ambos soldados decidimos quedarnos en Huesca de alguna forma. José Manuel Porquet dejaría su trabajo en el Ayuntamiento de Barcelona, laborando en el Heraldo de Aragón y luego en el Diario del Alto Aragón, convirtiéndose en un grandísimo periodista,

Eloy destacaba por su alegría y por su entusiasmo contagioso, capaz de convencer y de emprender proyectos culturales como la Enciclopedia Aragonesa, una empresa que parecía descomunal, todo ello con una clarividencia y una generosidad enorme en su dedicación. Así me sorprendió el entusiasmo y la paciencia que tenía cuando iba pidiendo colaboraciones para cada apartado de la Enciclopedia, atendiendo a todos los aspectos sociales de la región. No debo dejar de hacer referencia también a sus publicaciones de Historia economía de Aragón, con su facultad de sintetizar y divulgar los conocimientos, con su facilidad de escritura y su organización emprendedora.

Hombre amigable, abierto, con gran simpatía y respeto con su interlocutor, tenía entusiasmo por la mejora y el progreso de las cosas aragonesas, de todo Aragón -el ejercía de turolense nacido en Andorra, habiendo vivido en Teruel-, no solo por la capital, disponía de mucha capacidad de empatía con todo el mundo, disfrutó en vida del reconocimiento merecido de su labor profesional, y quiero recordar que no todo fueron rosas y risas, pues tuvo muchos sinsabores en su labor como director de Andalán, que le llevaron por unos días hasta la prisión de Torrero, aparte de algunos incidentes de multas y cierres del periódico, que capeó con paciencia y siempre con mucho sentido del humor.

Su aragonesismo era entusiasmo por trabajar y mejorar las condiciones sociales y culturales de la gente, afortunadamente carecía del sesgo venenoso y excluyente de los nacionalismos periféricos, de falsa superioridad cuando no desprecio insolidario de los ajeno y de lo que sea español. Descanse en paz, un hombre amable, buena gente, como Eloy Fernández Clemente.

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