José Martín-Retortillo

Falta diálogo en el conflicto del Seminario

11 de Enero de 2023
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De nuevo escribo sobre el Seminario. Consciente de que prolongar un evidente conflicto no es el camino. Consciente de que estar en la vía judicial contencioso administrativa no es ninguna solución. Consciente de que el diálogo, que según me informan no se ha producido en ningún momento, puede ser el inicio de una deseable solución.

El Seminario de Huesca es un conjunto existente formado a lo largo de la historia que es parte singular del Conjunto Histórico artístico que comprende todo el casco antiguo. Está en lo más alto de la ciudad y hay constancia de importantes antecedentes monumentales. Poco sentido tiene proteger unas partes o elementos del mismo, -la iglesia de Santa Cruz, la más vieja de la ciudad, y después el torreón este, así como las fachadas a las calles y uno de los dos patios-, para no proteger, o suprimir el resto, un 30 o más por ciento. Sin alegar justificación alguna, que es la principal razón de la oposición a este parcial derribo.

Creo que es muy legítimo reclamar la necesidad, la urgencia y la conveniencia del diálogo, para solucionar algo que no debiera enquistarse y prolongarse. No me consta, me informan, que haya habido desde el Ayuntamiento receptividad, ni ganas de dialogar con las asociaciones que conforman la Plataforma de defensa del Patrimonio, que cada vez acumula de forma creciente mayor participación y razones. El Ayuntamiento no recibe, no contesta. Pero hace videos de propaganda, que de poco sirven y cuestan recursos, y hace declaraciones con poca fortuna en los medios. Decir que hay motivos personales políticos cual si fuera una conjura romana es un error, Suele decirse que lo más fácil para equivocarse viene inmediatamente después de una previa equivocación. Decía, repito, que rectificar es de sabios.

En Huesca, bien por falta de medios económicos, o por lo que sea, se hacen cosas por etapas. Ejemplos que recuerde: Paseo de Ramón y Cajal, tres fases. Parque San Martín, varias fases. La iglesia del Sancti Espíritu en las Residencias, la Canalización del Isuela, algunas más en su día. Así, no alcanzo a entender como no se actúa ya en aquello que no está cuestionado y que no conlleva lesión alguna a la integridad de todo el conjunto; por ejemplo, la iglesia o todo el ángulo edificatorio de la calle General Alsina y la Plaza de la Universidad. Es decir, los aspectos económicos no pueden ser decisivos, serán importantes, pero no son la causa de la “gestión” municipal. O sea que se podría empezar por fases, si se quisiera.

Hay muchos puntos coincidentes en el conflicto que parecen evidentes, a mi modo de pensar, así: La importancia del conjunto y su significación en la parte antigua de la ciudad. La conveniencia de que sea un gran centro cultural diverso. La oportunidad de que llegue ayuda financiera de la Unión europea. (Y del Estado que tampoco estaría de menos). La obligación de realizar excavaciones.

Pero si la demanda de diálogo es clamorosa, no lo es menos la de participación, que tanto se predica desde instancias sociológicas y políticas, cuando conviene. El diálogo presupone escucha, atención. Es muy legítimo que la ciudadanía se interese por sus problemas vecinales, es obligado. Y frente a esto, la peor respuesta es la imposición autoritaria, el desdén como silencio.

Es el Ayuntamiento el que debe optar por el diálogo, el entendimiento, la rectificación en su caso, y es la Plataforma la que debe aportar justificaciones fundamentadas, científicas (históricas, arqueológicas, arquitectónicas, …) contra el parcial derribo y estar a soluciones convenidas y consensuadas, pero no a un trágala arquitectónico unilateral.

Mientras enquistar el conflicto en vías judiciales, que pueden sucederse sine diae, una tras otra, será lo más parecido al fracaso y a la ineficacia, que no aportará solución alguna.

Será difícil que Europa conceda ayudas, -siempre deseables-, si hay una premisa de una demolición o derribo en una parte notable del edificio, de más de un tercio, sin causa alguna.  Edificio que reclama estar abierto al público, para que se informe y lo visite todo el personal.

Las instituciones invitadas (Diputación de Huesca y Universidad de Zaragoza) deben también reconducir su propuesta de participación y definir la ubicación de su uso y destino en sus demandas. No pueden estar en el convite como silentes convidadas de piedra, cuando lo que se precisa es un debate abierto, en plazo adecuado, para poder llamarlo participación. Escuchar a quien puede aportar cultura es una oportunidad que no se debiera despreciar.

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