Laura Alins Rami

La familia es la clave

Studiosi pro Universitate Sertoriana
27 de Marzo de 2023
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La crisis existencial que padecemos en la actualidad lleva fraguándose muchos años. Factores ambientales, sociales, culturales, políticos… han actuado  eficazmente   a largo plazo para propiciar un nuevo modelo social, un cambio de época,  a la vez que han adormecido   nuestras conciencias, las  han debilitado y modelado para la sumisión.  La cascada de leyes   ideológicas que estamos padeciendo hoy,   ha  potenciado  esta realidad hasta darle carta de doctrina.

La feminidad, masculinidad son ya valores rancios y opresores. La belleza y complementariedad del hombre y la mujer se han oscurecido. El divorcio exprés ha contribuido notablemente a que el repudio casi instantáneo, se generalice;  60% de los matrimonios se separan en España. Las familias monoparentales  son cada vez más, privándose a los hijos del necesario modelo del padre y de la madre para su armónico desarrollo afectivo.

La  maternidad, además de una palabra innombrable y estigmatizada, ha pasado a ser un instrumento que esclaviza a la mujer en lugar de realizarla plenamente.  La capacidad intelectual del hombre y la mujer se ningunea  ante  el absurdo ideológico de cubrir cuotas, paridades o cremalleras. La boyante ideología de género consumada en nuestras múltiples leyes trans, en un desesperado intento por desdibujar la familia, sustituye sexo por género,  eleva el sentimiento o el deseo caprichosos a la categoría de derecho, niega la biología, así como el acompañamiento  y la ayuda sicológica a muchos jóvenes engañados  y confusos a los que aboca a la hormonación y castración irreversible, rompiéndoles la vida y el futuro .

Por otro lado, las leyes de violencia de género han abierto una honda brecha y han enfrentado a la  mujer y al hombre, culpable de todos los males e indigno de la presunción de inocencia en muchos casos.  El matrimonio entre parejas homosexuales desvirtúa completamente esta institución,  al igual que las múltiples clases de familia desvirtúan la familia propiamente.

La nueva ley de educación LOMLOE  se encargará (junto con otros agentes como redes sociales, medios de comunicación, estructuras sociales, el propio lenguaje...) de que esta ideología penetre en las mentes de nuestros niños y jóvenes, que, a su vez,  serán cada vez menos competitivos intelectualmente pues  el nivel de exigencia cae a la vez que la autoridad de los profesores. La historia, la filosofía, las humanidades,  la religión pierden fuerza. La  historia será estudiada según los parámetros del gobierno y la verdad objetiva cuestionada. Hay que preparar a las nuevas generaciones para  el desarraigo de la familia,  de nuestra  historia y de Dios, ese gran desconocido.

La sinrazón llega a considerar un derecho de la madre el  matar a su bebé dentro de su seno.  Una madre a la que no se le muestra el sonido del latido fetal, ni información médico-biológica sólida antes de abortar  o que puede hacerlo sin casi reflexión previa o, a los 16 años,  sin el conocimiento de sus padres, burlando su patria potestad. El niño, sin derecho a la vida, es una cosa a manipular (tanto más si es discapacitado), algo con que comerciar y con que enriquecer la opulentísima industria abortista. Al mismo tiempo la natalidad se ha desplomado en España hasta mínimos históricos, con las consecuencias socioeconómicas que esto conlleva.

La vida ya no es “digna” para  el anciano o el enfermo incurable, tremendamente gravosos para el erario público y por lo tanto no merecedores de vivir. Sumidos en un pozo de dolor y soledad, la alternativa que se les ofrece es la eutanasia, mucho más barata y sencilla que legislar y financiar  cuidados paliativos.

Pero toda esta ingeniería social que nos desarraiga de la familia y de nuestra antropología natural no nos está haciendo más felices. Salta a la vista  que tal cosa  ha originado una grave confusión y desconcierto social, sentimientos de  frustración,  soledad, pérdida del sentido de la vida y un desolador individualismo. Esta pobreza afectiva, existencial  y cultural es un buen caldo de cultivo para desarrollar problemas sicológicos y afecciones  a las que está ligado el suicidio (palabra que significa dolor, desesperanza y desconexión). En nuestro país el suicidio es ya la primera causa externa de mortalidad juvenil; además España es el país del mundo que más ansiolíticos consume. Las agresiones contra la mujer  y de todo tipo van en aumento; ahí tenemos las estadísticas. El consumo de pornografía desde la infancia (problema sin abordar) repercute en la frustración personal y las agresiones sexuales…

¿Qué está fallando?   Quizá en lugar de tanto derroche legislativo, que no hace sino empeorar las cosas, habríamos de cuidar más la  transmisión de los valores intrínsecos a la persona, el binomio cuerpo-alma, promover una educación afectivo-sexual en la que las relaciones sexuales impliquen compromiso  vital y profunda comunicación interpersonal, volver a la verdad del ser humano, proponer a la juventud ideales elevados y, principalmente, recuperar la familia, ese lugar donde se acoge y se ama sin medida ni condición . Camino lento, pero seguro.

Para ello hace falta el diálogo, el gobierno no puede legislar, como lo está haciendo, sin escuchar a la  sociedad: médicos, juristas, sociólogos, educadores, antropólogos, deportistas, economistas, empresarios… y muy especialmente a las familias. Hablar  sin rencor, autosuficiencias o ideas preconcebidas…hay que hablar y escuchar.  Y si esta vía es imposible, entonces la sociedad civil será la que pacíficamente tendrá que ir transformando este desaguisado (hay ya numerosas asociaciones trabajando en este sentido y con muchos frutos),  y el ciudadano de a pie dar la batalla cultural, con la convicción de que la verdad   tiene  una fuerza arrolladora  que, tarde o temprano, acaba imponiéndose.

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