Laura Alins Rami

El ficticio "boom" de género

Studiosi pro Universitate Sertoriana
17 de Diciembre de 2022
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Afortunadamente cada vez es más amplia la literatura científica, tanto en el ámbito nacional como internacional, que advierte de los graves peligros de la ideología “trans” en niños y jóvenes. Científicos,  médicos, profesores, legisladores, padres, empiezan a enfrentarse sin miedo a este alienante y depredador sinsentido,  inoculado con el apoyo legislativo y la financiación institucional en  todos los ámbitos  de nuestra sociedad  y de la vida cotidiana.   

Tenemos al alcance de la mano  numerosas investigaciones de los más prestigiosos especialistas. Contamos con  herramientas para  enfrentar de manera científica esta tiranía impuesta por los gobiernos,  el lobby LGTBI, las redes sociales, muchos  medios de comunicación, la industria del entretenimiento (como Disney) y  poderosos tecnócratas financieros.

No hablaré de cuestión  tan delicada a título personal puesto que no soy experta. Sin embargo,  aunque de forma  muy sucinta, intentaré relacionar algunas  conclusiones publicadas por profesionales dedicados en profundidad a este fenómeno. La bibliografía consultada, que a su vez incluye referencias a numerosas obras y documentación de otros autores, es: Pablo Muñoz Iturrieta: Atrapado en un cuerpo equivocado; Carlos Novo: Por qué las leyes trans ponen en peligro a los niños; Lisa Littman: Informe sobre la disforia de género de inicio rápido;  Abigail Shrier: Un daño irreversible.

1.- Celso Arango, una de las mayores autoridades de la siquiatría española,  ha declarado recientemente que la ley trans que se pretende aprobar (una más, porque en España ya tenemos  19 leyes LGTBI) es  “un auténtico disparate, una locura”. Una ley que   excluye la supervisión de los profesionales de la salud mental sobre los adolescentes y que fundamenta el proceso de transición en la sola voluntad del  interesado.

2.- El sexo no se puede elegir ni cambiar; en todo caso, se podrá cambiar la apariencia física. Nacemos hombre o mujer.  La autodeterminación de sexo es un engaño. Los sentimientos, la autopercepción no pueden determinar la realidad; la  naturaleza  es la que es y nunca se someterá a la ideología. Las mujeres tienen en todas las células de su cuerpo  los cromosomas  XX  y los hombres XY. Por muchas mutilaciones y procedimientos hormonales con que se trate al individuo, las diferencias sexuales seguirán existiendo en cada una de las células de su cuerpo. Además, el aparato reproductor es igualmente determinante. El sexo se reconoce por la forma en que cada organismo se organiza para la reproducción sexual. Otra cosa es que, por determinadas disfunciones en la recepción y asimilación de las hormonas masculinas o femeninas durante el embarazo, los órganos sexuales no hayan desarrollado debidamente; los individuos aquejados por esta anomalía son un número ínfimo, pero tienen su propio sexo, aunque requieren  tratamiento  médico.

3.- Hasta hace apenas unos años el trastorno de identidad de género se daba en menos del 0,01% de la población (0,0046% según el más amplio y riguroso estudio realizado en doce países por la Universidad de Cambridge, 2015), aparecía en la infancia y afectaba principalmente a los hombres.   Un número mínimo de personas   científicamente diagnosticadas que requieren tratamiento exclusivo; se trata de una situación real y dramática (no de un mero sentimiento) que conlleva mucho sufrimiento. El Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos  Mentales (DSM-5) de la OMS denomina esta alteración de la identidad sexual como “incongruencia de género”;  tal discordancia de género está reflejada en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIEII).  

Pero lo que ahora se está dando, a medida que avanza la legislación trans, es una explosión de casos en los que esta incomodidad  con el sexo biológico se fundamenta en  un sentimiento autodiagnosticado y sin historia previa de disconformidad.  El profesor Arango nos dice que  entre 2017 y 2019 se produjo un incremento del 500% de solicitudes de atención en la Unidad de Identidad de Género en Madrid. Cifras que obviamente no responden a estados reales, sino a una moda,  al contagio social, o bien estas personas estén buscando una solución a otros problemas; pues, como señalan desde  la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, “muchos de estos adolescentes en realidad sufren trastornos, a veces adaptativos, otros alimenticios, otros de personalidad”, o arrastran profundas heridas.

La doctora Lisa Littman habla de una “disforia exprés” que se ha disparado entre  jóvenes y menores, ligada al incremento del uso de las redes sociales y su poderoso efecto de imitación y de adiestramiento ideológico. Buena muestra de ello es Tik Tok,  la plataforma más consumida por niños y jóvenes que cuenta con más de 26.000 millones de visualizaciones de cambio de sexo.

4.- Los bloqueadores de la pubertad y procedimientos de reasignación de sexo constituyen  un terrible abuso infantil, tanto más cuanto que la disforia de género,  se supera, en caso de los menores, señala la Asociación Americana de Psiquiatría, al final de la adolescencia, en el 98% de los niños y en el 86% de las niñas (si antes el joven no ha sido engullido por el lobby de género, claro). Mutilar a una persona, mediante sucesivas y agresivas cirugías, y destinarla de por vida a tratamientos severos hormonales tiene irreversibles consecuencias como infertilidad, problemas sicosomáticos permanentes, inadaptación, depresión, angustia, comportamientos suicidas, como avalan numerosos estudios en todo el mundo.

Javier Urra, Defensor del Menor y psicólogo forense, señala que “el riesgo de suicidio se multiplica por 8 en los jóvenes transgénero”. El instituto Karolinska de Estocolmo, en un estudio de 30 años de seguimiento, publicado en 2011, concluyó que “las personas  con transexualismo, después de la reasignación de sexo, tienen un riesgo considerablemente mayor de mortalidad, comportamiento suicida e incidencia siquiátrica que la población general, con una tasa de suicidio veinte veces superior entre los diez y quince años posteriores a la cirugía”

Eso sí, estos procedimientos vienen enmascarados  por una neolengua generadora de una nueva cultura, que hace que lo malo parezca bueno; así, utiliza  eufemismos como reconstrucción genital, transicionar, terapias de reasignación o cirugía de afirmación de género, para decir castración o mutilación;  igualdad significa, en realidad, pérdida de derechos individuales y de identidad;  y libertad individual es derecho a ser, elegir o tener cualquier cosa.

Por fortuna se está dando un movimiento de marcha atrás en los países pioneros como Suecia, Finlandia, Nueva Zelanda o Inglaterra.  En 2022 se ha clausurado en Reino Unido  la clínica de referencia en afirmación de género, Tavistock, y más de mil familias van a querellarse contra ella.  En Australia los expertos hablan  de que el tratamiento trans a los niños “es posiblemente uno de los mayores escándalos en la historia médica”

Sin duda este vendaval pasará, pero por el camino habrá destrozado familias, vidas y almas. Es una emergencia aportar cada uno nuestro granito de arena y que  el sentido común se imponga cuanto antes.

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